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La creatividad al servicio del narco

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Desde teléfonos móviles en Miami hasta camisetas en Los Ángeles, los cárteles del narcotráfico encuentran la forma de convertir dólares ilícitos en Estados Unidos en pesos para las organizaciones delictivas en México y Sudamérica.

Atrás han quedado los días en que era sencillo entrar a depositar a un banco un bolso repleto de dinero del narcotráfico. Dados los estrictos requerimientos federales de reportar depósitos en efectivo superiores a los 10.000 dólares y los sofisticados sistemas de monitoreo de lavado de dinero, se deben encontrar nuevos métodos para pagar a los capos del narcotráfico.

Así que cárteles como el de Sinaloa y Los Zetas han volteado hacia el lavado de dinero basado en el comercio, en donde se utilizan los dólares para adquirir bienes legítimos en Estados Unidos —o al menos hacer transacciones aparentemente legítimas— que son vendidos en América Latina en pesos.

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Por ejemplo, los dólares que un cártel mexicano recibe de las ventas en Estados Unidos son utilizados para adquirir celulares de una empresa estadounidense, que participa incluso sabiendo de las irregularidades. Los teléfonos son enviados a México y se venden en pesos, permitiéndole al cártel que el dinero parezca legítimo.

“Terminan con dinero que pueden gastar. Terminan con pesos en lugar de dólares”, dijo John Tobon, agente especial asistente a cargo de Investigaciones de Seguridad Nacional en Miami.

A principios del año, Seguridad Nacional y el Departamento del Tesoro emitieron órdenes que obligaban a unos 700 negocios en el área de Miami, muchos de ellos relacionados a los celulares y artículos electrónicos en Latinoamérica, a reportar las transacciones en efectivo superiores a los 3.000 dólares, en lugar de los 10.000 previamente establecidos. Esa orden, que expira el domingo a menos de que se extienda, vino después de una “orden geográfica” emitida a fines del año pasado en el Distrito de la Moda de Los Ángeles, en donde se vendía ropa para convertir decenas de millones de dólares de un cártel mexicano en pesos.

“Es cuestión de importación y exportación. Puede ser cualquier producto”, dijo John Byrne, vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Especialistas Certificados Contra el Lavado de Dinero.

Los esquemas a menudo involucran la entrega de cientos de miles de dólares en efectivo, el uso de nombres y frases en clave, y reuniones clandestinas en locaciones comunes y corrientes, como un Starbucks o McDonald’s de los suburbios.

En un caso reciente, según documentos judiciales, una fuente confidencial de la DEA recogió casi 290.000 dólares en un hotel Courtyard Marriott cerca de un centro comercial suburbano para entregar a varios negocios de la zona de Miami. Esos mensajeros conducen con maletas llenas de efectivo en sus autos y a menudo reciben un porcentaje, generalmente el 5% de la cantidad a entregar.

A veces, los comercios simplemente falsifican los recibos para aparentar que el dinero del narcotráfico se utilizó en ventas legítimas. Jonas Belinaso, quien se declaró culpable de conspiración para lavar dinero, utilizó una compañía de nombre JB Wireless para ayudar a lavar dinero del narcotráfico que era transferido a Dinamarca para pagar nuevos embarques de cocaína a Europa.

Documentos de la corte muestran que la fuente confidencial de la DEA reclutó a Belinaso para mover más de 300.000 dólares a Copenhague para un embarque de drogas utilizando un cargamento de teléfonos celulares a Sudamérica y luego una transferencia electrónica desde ahí a Europa.

La sentencia de 42 meses de prisión de Belinaso fue recortada a un año y un día debido a su extensa cooperación. Su periodo de cárcel comienza el 30 de octubre.

En los casos de Los Ángeles, las autoridades incautaron cerca de 140 millones de dólares en efectivo, cuentas bancarias y otras propiedades luego de redadas en decenas de empresas textiles y de ropa, sospechosas de lavar dinero del narcotráfico mexicano. Varios empresarios están siendo juzgados.

Las investigaciones de Miami podrían arrojar cifras similares, pero las autoridades aún no están seguras del alcance entre los varios negocios de teléfonos celulares y artículos electrónicos que rodean el Aeropuerto Internacional de Miami.

“Definitivamente sabemos que hay algo que perseguir”, dijo Tobon. “Buscamos identificar a los protagonistas que aún no están en nuestro radar”.

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