Blake Griffin se dice listo para afrontar la rudeza de los playoffs
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Mañana empiezan los playoffs y para Blake Griffin, significan que será el inicio de la temporada de dos deportes: básquetbol y lucha libre.
Los días de finura, en la que el juego creado por el doctor James Naismith, terminaron hace mucho tiempo. El deporte es tan rudo que tratar de llevar el balón al aro es casi como luchar con su vida.
Para Griffin, una superestrella de 6’10” de altura y 250 libras, su existencia es definida por su posición, es un alero y allí donde él juega contra los jugadores grandes… y ellos tratan de jugar con él.
El jugador angelino admite que es físico. Tiene que serlo, porque así es el juego de ahora.
El pasado lunes por la noche, Griffin tuvo algo de descanso, a pesar de haber jugado 40 de los 48 minutos. Los Nuggets de Denver estuvieron por Los Ángeles y es uno de los equipos menos físicos en la liga.
Pero cuando tienes a Griffin en la duela, siempre hay situaciones. Con 6:46 por jugar en el cuarto periodo de un partido apretado, Kenneth Faried, de Denver, saltó para atrapar un rebote y en la bajada golpeó en la cara de Griffin, quien terminó en el suelo mientras que la afición mostraba su furia con los gritos de reclamo.
Griffin solamente se reincorporó y sorpresivamente no fue a la línea de tiros libres.
Tiempo más tarde, con el juego aún en el aire, Griffin nuevamente estaba disputando un balón con Faried, quien estaba recostado sobre la humanidad del angelino, y lucharon para tener control del balón. Griffin anotó y Faried causó una falta al momento del disparo para mandarlo a la línea de tiros libres en donde los Clippers se acercaron 96-93.
Jamal Crawford casi de inmediato siguió una secuencia casi similar a la de Griffin y empató 96-96, para que finalmente Chris Paul terminara de acabar con la visita 101-97.
En los playoffs, las acciones físicas subirán de tono. La mitad de las cosas que pasaran en la duela en los siguientes días en el piso serán consideradas como felonías en las calles.
Cuando se le preguntó a Griffin acerca de cuándo fue la primera vez que sintió en noquear a uno de estos muchachos, respondió con una sonrisa y luego dio su perspectiva.
“Lo más rudo empezó en mi secundaria [en Oklahoma]”, recordó. “Allí tienen a muchos muchachos grandes, más que nada jugadores de futbol americano, entonces cuando ellos trataban de detenerme, hacían todo lo posible”.
Griffin sabe que atrae mucha atención en la duela. Es un jugador grande y tiene una combinación de suavidad con rudeza.
“Soy consciente que voy a tener contacto”, dijo. “Pero mi padre me enseño hace mucho tiempo como lidiar con todo, incluso lo verdaderamente rudo. El me decía que es más difícil no golpear a alguien”.
Griffin explicó que en momentos se molesta por la rudeza innecesaria en algunas ocasiones Sin embargo, las lecciones de su padre, quien fue un buen jugador, se mantienen.
“Tienes que mantener la misma manera de ser”, dijo. “Si te suspenden, entonces tu equipo sufre. Necesitas siempre demostrar que no te perturban la cabeza”.
Según el alero de los Clippers, sólo tiene respeto para grandes basquetbolistas como Tim Duncan, Dwight Howard, LaMarcus Aldridge, Kevin Love, Dirk Nowitzki. También se refirió a Serge Ibaka como alguien con el que le ha costado tener una buena relación. “Es como mi segundo año en la liga”, recordó. “Me golpeó debajo de la cintura… no somos los mejores amigos”.
Las estadísticas son la mejor manera de exponer la clase de rudeza que enfrenta durante el año. Le ha tocado disparar más de 420 tiros desde la línea de tiros libres, detrás de DeAndre Jordan, quien tiene más de 470, aunque muchos de esas faltas son partes de estrategias de los equipos.
Cabe recordar que Griffin no jugó por 15 partidos por su cirugía en el codo, mientras que Jordan estuvo presente en todos los 82 partidos de la temporada regular.
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