Conspiraciones en TikTok, mitos de infertilidad y otra desinformación obstaculizan la lucha contra el COVID en el Valle Central
DELANO, Calif. — Mientras Marissa Zendejas esperaba recibir su primera dosis contra el COVID-19, en la sede de la Fundación de Trabajadores Agrícolas de California, la joven de 27 años contaba los rumores que había escuchado de personas conocidas y en Internet sobre por qué no debería vacunarse.
“Por ejemplo, que la esperanza de vida se acorta”, comentó Zendejas. “O que te esterilizarán y no tendrás más hijos”. La mujer se rió tímidamente y negó con la cabeza. “Hay muchas cosas circulando, y la gente se asusta”.
Cerca de allí, Michael Rodríguez, de 35 años, había visto en TikTok que la pandemia era una conspiración creada por el gobierno. Tuvo COVID-19 en febrero, pero con síntomas leves.
Rodríguez necesitó autorización para ver a la estrella de la música regional mexicana Carin León actuar en Bakersfield. Su esposa se vacunó hace meses, pero él tuvo que mostrar una prueba negativa en la entrada.
“Tengo miedo de las vacunas porque tal vez me pueda pasar algo”, afirmó. “Hay videos de gente que se aplicó las dosis y se enfermó”.
Ambos se presentaron en la California Farmworker Foundation, pero ninguno terminó recibiendo la dosis.
Zendejas estaba programando una cita para su padre y también se iba a registrar, hasta que la misma ola de incertidumbre que había sentido durante todo 2021 se apoderó de ella y se echó atrás. Tal es el poder del mito cuando se trata de aplicarse esa inyección, potencialmente salvadora.
Durante el último año y medio, el COVID-19 azotó el Valle de San Joaquín como a pocas regiones en California. El condado de Kern, que incluye a Delano, tiene una de las tasas de vacunación más bajas de California. Si bien alrededor del 64% de los californianos de todas las edades están completamente inoculados, solo cerca del 48% de los residentes del condado de Kern lo están. En general, la demanda de refuerzos es mediocre, lo cual alarma a los funcionarios de salud pública ante un inminente pico invernal.
El problema no ha sido la falta de citas o de vacunas. Las instituciones públicas y privadas han colaborado junto con organizaciones sin fines de lucro para proporcionar pruebas, dosis e información basada en hechos sobre la pandemia, tanto en los vecindarios urbanos más deteriorados hasta en los campos agrícolas idílicos.
Una visita a dos distintas clínicas de pruebas y vacunación organizadas por la California Farmworker Foundation y el Distrito Escolar Unificado de Delano ofreció un vislumbre del verdadero culpable: la desinformación.
“Una persona me dijo: ‘Si los trabajadores de la salud están dispuestos a perder sus trabajos por no recibir la vacuna, ¿qué les dice eso a quienes se la aplican?’”, comentó Arnaldo González, un especialista en compromiso comunitario de la California Farmworker Foundation que ha recopilado datos anecdóticos sobre jóvenes y vacunas en los condados de Kern y Tulare durante los últimos meses, con la idea de ampliarlo a todo el estado.
Todo se reduce, señaló Hernán Hernández, director ejecutivo de la fundación, al “miedo a lo desconocido”. Pero señaló la desinformación alimentada en gran parte por Facebook como uno de los principales culpables en una gran franja que ya carece de recursos suficientes. “Cada semana se escucha algo o se ve algo nuevo”, comentó. “Esa es la realidad. No ha parado”.
Durante décadas, el Valle de San Joaquín ha sufrido desigualdades en la salud, exacerbadas por la pobreza y su inmensidad. Por eso, cuando la pandemia llegó, en 2020, los funcionarios de salud se prepararon para lo peor, sin embargo, se sorprendieron de lo mal que se puso la situación, y se sigue poniendo.
“Realmente sentimos que este iba a ser un foco desde el principio”, remarcó Hernández, quien supervisa la fundación desde 2016. “Hemos vacunado a decenas de miles de trabajadores agrícolas aquí, pero al final del día, es realmente lo que el gobierno puede hacer por el futuro de este valle”.
Para ayudar a frenar la desinformación, la fundación desarrolló un modelo en el que contrataron a trabajadores agrícolas y los emparejaron con hijos de trabajadores recién graduados de la universidad. Cada par va al campo, a lugares de trabajo y vecindarios para desacreditar mitos a través de preguntas y respuestas, experiencias de vacunación en primera persona y folletos.
Hugo Morales, director ejecutivo y cofundador de Radio Bilingüe, una cadena nacional de radio pública latina que transmite en español, inglés y mixteco, destacó que la desconfianza de muchos latinos proviene de una sospecha histórica sobre el sistema de salud en México que no siempre sirve a sus intereses. Según Morales, en ese país también hay gente que vende curas falsas en la calle. “Eso se traduce aquí en Facebook, donde se publican cosas que no son efectivas o que afirman que la gente ha muerto después de vacunarse”, destacó. “No es cierto, pero hay una publicación en alguna parte”.
Muchos residentes del Valle de San Joaquín que se hicieron la prueba en la sede de la organización sin fines de lucro o asistieron a una clínica de vacunación emergente en el Distrito Escolar de Delano este mes, estuvieron de acuerdo. Varios relataron los mitos que escucharon de familiares o colegas mientras trabajaban en el campo.
Aquellos que no dudaron en vacunarse habían lidiado con el virus de primera mano, o sufrido la pérdida de parientes a causa del virus.
Facebook has long emphasized the strength of its efforts to contain misinformation targeted at Latinos and Spanish speakers. A whistleblower’s leaks show employees raising alarms about the problem.
Enrique Cortés, de 53 años, se apoyó contra la barandilla frente a un edificio del Distrito Escolar de Delano, flanqueado por su hermano menor y su cuñado. Los tres estaban en silencio, con mascarillas faciales, en una tarde reciente entre semana, mientras más personas se presentaban para vacunar a sus hijos.
Aunque todos los asistentes llevaban mascarilla, Cortés no pudo evitar preguntarse si los que estaban en la fila portaban el virus; hombres, mujeres, niños.
Cortés tuvo COVID-19 en febrero. Estuvo en el hospital durante días, pero la depresión y la ansiedad por el virus fue lo que apagó su espíritu, dijo. Como supervisor agrícola, dejó que los rumores sobre la vacuna le pusieran los nervios de punta. “Muchos de nosotros tenemos mentalidad negativa”, reconoció. “Tenemos miedo, pero debemos aceptar que esto está sucediendo y hay que protegerse”.
La experiencia de Cortés con el virus solidificó su creencia de que las vacunas pueden protegerlo a él y a otros. Ese día acompañó a su hermano menor a aplicarse un refuerzo porque este estaba demasiado nervioso para hacerlo por su cuenta. Su hijo menor está vacunado, pero su hija adulta ha rechazado sus súplicas. Él no tiene la misma influencia sobre la joven porque vive sola, relató. “Si pudiera traer a 10, 15 personas conmigo, lo haría”, enfatizó. “Traeré a tantas como pueda. Y siempre pregunto: ‘¿Te vacunaste?’ Así es como me siento seguro”.
Los pocos que se presentaron en el edificio del Distrito Escolar de Delano para sus primeras dosis lo hicieron intempestivamente. Diego Pérez decidió una noche antes que se uniría a sus dos niñas -ahora elegibles- cuando vio un volante escolar sobre el evento.
Con calma, le dijo a su novia que las llevaría y que él también se vacunaría. “Ella estaba feliz por mí; más emocionada que yo”, reconoció. Así, sus dos hijas vieron a su padre, un conductor de tractor de 30 años que lucía un gorro negro, exponer su brazo izquierdo para recibir la inyección.
Pérez se había mostrado escéptico, a pesar de que la madre de sus hijas se había vacunado a principios de este año. Dijo que se había dejado llevar por “locuras” que escuchó sobre que la vacuna contenía un chip para rastrear a las personas.
“Pensé: ‘Esperaré y veré qué hago’”, dijo mientras tomaba asiento afuera, para esperar los 15 minutos posteriores a la aplicación. “No estaba seguro. Pero finalmente, haces lo que tienes que hacer. Estoy comprometido”.
It’s a pattern that has experts concerned and could have serious implications for how a coronavirus winter surge could spread through various regions of the state.
Cuando las vacunas estuvieran disponibles, María C. García se dijo a sí misma que se daría un tiempo para pensarlo. Entonces se dio cuenta de que lo necesitaba porque quería viajar al estado mexicano de San Luis Potosí, donde nació. “El problema es que escuchamos tantas cosas…”, reconoció.
La recolectora de uvas relató que la mayoría de sus colegas en el campo se vacunaron, y regularmente le preguntaban cuándo lo haría ella. Su “pronto, pronto” eventualmente se convirtió en “después, después”.
Luego de aplicarse la vacuna, García se unió a los demás, afuera. Su teléfono celular sonó e inmediatamente le dijo a quien llamaba que acababa de vacunarse. La persona del otro lado suspiró de alivio y García se rió.
También había pensado en posponer la vacuna contra la gripe, pero el solo hecho de pensar que podía enfermarse y quedarse sin trabajo la hizo reconsiderar la postergación nuevamente.
“Supongo”, dijo con un suspiro, “que también me aplicaré esa”.
El redactor de planta Rong-Gong Lin II contribuyó con este artículo.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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