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Columna: el cambio climático es muy real, pero no es responsable de todos los eventos meteorológicos importantes

Rows of houseboats on a lake with water levels far below normal
Casas flotantes sobre el lago Oroville, el lunes, luego de las recientes tormentas que elevaron el embalse más de 16 pies.
(Noah Berger / Associated Press)

Llovió tan fuerte en California en 1862 que se creó un lago de 300 millas de largo en el Valle Central, que se extiende desde Bakersfield hasta Red Bluff. Sí, literalmente.

Leland Stanford necesitaba un bote de remos que lo llevara por las calles inundadas de Sacramento para tomar posesión como nuevo gobernador.

No, no lo cubrí personalmente, pero fue la inundación más grande en la historia de California, Nevada y Oregon. Durante 43 días, sobre California cayó el equivalente a 10 pies de agua (lluvia y nieve) y murieron al menos 4.000 personas. Se conoció como el Gran Diluvio de 1862.

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Unos años antes, en 1846, una inusual y monstruosa tormenta de nieve a finales de octubre azotó la región cercana a lo que más tarde se denominó lago Tahoe. El hecho dio lugar a uno de los capítulos más nefastos de la historia de California. Una caravana de carretas con habitantes del medio oeste con destino a California quedó atrapada por la nieve profunda debajo de la cresta de la Sierra, en lo que se conoció como Donner Lake, que lleva el nombre de uno de los líderes del grupo. Solo 48 de los 87 miembros de la Expedición Donner sobrevivieron a los casi cuatro meses de hambre, enfermedad y frío alpino.

La Expedición Donner se ganó un lugar en la historia por su heroica perseverancia. Pero se hizo más conocida por el hecho de que algunos sobrevivientes hambrientos recurrieron al canibalismo comiéndose los cadáveres de los que murieron.

Bien, entonces, ¿qué tienen que ver estos dos desastres con el presente? Hay un hilo común entre ellos que es relevante: nadie culpó por las tormentas anormales al cambio climático.

Aquellas ocurrieron mucho antes de que alguien quemara combustibles fósiles en automóviles y calentara el planeta. Sucedieron simplemente por las condiciones de la naturaleza.

No es necesario ser un negador del cambio climático para reconocer la historia. Sí, el cambio climático es absolutamente real. El derretimiento de la capa de hielo del Ártico y el aumento del nivel del mar son evidencia suficiente. También las temperaturas medias de verano, más altas. El calentamiento se ve agravado por la quema de combustibles fósiles por parte de los humanos.

Eso no significa que el calentamiento global sea la madre de todos los fenómenos de la naturaleza. No todos los eventos importantes son causados por el cambio climático, independientemente de lo que el gobernador Gavin Newsom afirme repetidamente sobre los extremos de tormentas más húmedas y ventosas, las sequías más fuertes y los incendios forestales más feroces.

El calentamiento global crea aire más seco y ayuda a resecar la vegetación que alimenta horribles incendios forestales. Pero los bosques de California han sido mal administrados durante más de un siglo.

La prueba de que el cambio climático no es la causa principal de los desastrosos incendios forestales se puede encontrar en Baja California, México. Hay una gran cadena montañosa que se asemeja a Sierra Nevada. Pero es saludable y resistente al fuego porque, hasta hace relativamente poco, la manejaba la naturaleza, no los humanos.

Se permitió que los incendios provocados por rayos ardieran hasta consumirse, limpiando el bosque de forma natural y minimizando la intensidad de las llamas. En el oeste de EE.UU necesitábamos apagar los incendios de inmediato para proteger las ciudades en crecimiento, los centros turísticos y la madera. Y estamos empezando a tomarnos en serio la limpieza de los bosques y matorrales de árboles muertos así como las malezas que alimentan los incendios y los hace más volátiles.

El “ciclón bomba” del domingo derramó más agua en Sacramento en un día de lo que se ha registrado en la historia: 5.44 pulgadas, equivalente al 27% de su suministro estacional promedio. Hubo una inundación récord en todo el norte de California. Y se rompió la racha de sequía que duró meses en el sur de California.

¿Cuánto contribuyó a ello el cambio climático? Eso no se sabrá hasta dentro de un año, asegura el climatólogo estatal Michael Anderson. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estudiará el diluvio. “No tenemos ninguna claridad sobre si este fue el comienzo de un gran año lluvioso o solo una enorme tormenta”, agrega Anderson.

Para Jeffrey Mount, un científico del agua del Instituto de Políticas Públicas de California, “una tormenta como ésta habría ocurrido con o sin calentamiento global”. Y Jay Lund, codirector del Centro de Ciencias de Cuencas Hidrográficas de UC Davis, lo expresa así: “California tiene muchos extremos. Siempre hemos tenido más años húmedos y otros bastante secos que cualquier parte del país. Generalmente, en esta época, nos ocupamos de las sequías y las inundaciones, además siempre lo haremos. Hay que mirar las estadísticas, que muestran lo que todo el mundo sabe: California es extraña”.

Según Lund, la tormenta “puede haber sido un poco más intensa por el cambio climático. No podría negarlo; probablemente hubo una influencia modesta”. También señala que Newsom declaró una emergencia por sequía en todo el estado justo antes de que azotara la tormenta torrencial. “Es como lavar el coche y que luego llueva”, ejemplifica.

“Si va a haber una gran tormenta, este es el momento perfecto”, remarca Lund. “Si hubiera sido más tardía en la temporada, habría creado inundaciones considerables. Los embalses probablemente estarían llenos; esto hubiera sido más emocionante”.

Debido a que fue la primera gran tormenta después de dos años muy secos, gran parte del agua se empapó del suelo y no se convirtió en escorrentía rugiendo en los embalses río abajo, aunque apareció suficiente para elevar el nivel del lago.

“El suelo era como una esponja seca”, señala Mount. “Ahora, el agua caerá sobre una esponja húmeda y se correrá”.

Otro beneficio fue que la tormenta aumentó drásticamente el flujo de agua hacia la Bahía de San Francisco, quitando salinidad al delta de Sacramento-San Joaquín. “Nos dirán que es agua desperdiciada en el mar”, afirma Mount. “Pero esa gente no entiende cómo funciona el delta. Cuando se evita la salinidad, Los Ángeles y el Área de la Bahía obtienen agua más limpia. A todo el mundo le va mejor, incluidas las criaturas que viven en el delta”.

Podemos agradecer a la naturaleza por lo que ocurrió, y también por lo que no: una gran inundación.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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