El derrame de petróleo en el condado de Orange deja muchas pistas, pero hasta ahora pocas respuestas
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Casi una semana después de que un daño de 13 pulgadas en un oleoducto submarino provocara un derrame masivo de petróleo frente a la costa del sur de California, las pistas se siguen acumulando, pero el misterio de qué causó la ruptura y quién es el responsable, en última instancia, sigue sin resolverse.
Al igual que otras investigaciones sobre fallas mecánicas que han llevado a resultados catastróficos, la comprensión de la cadena de eventos que derivaron en el derrame se está desarrollando como un thriller lleno de giros. Se están siguiendo las pistas. Algunas ya han dado lugar a callejones sin salida; otras aún se están desenvolviendo.
Todavía no está claro cómo se rompió la tubería, cuándo se produjo el daño y qué pudo haberlo evitado. Incluso la ubicación exacta del conducto que corre a lo largo de la costa del condado de Orange también es objeto de algunas incertidumbres.
“La parte frustrante es que la información llega a los investigadores a la velocidad de la luz y pueden verse inundados con ruido irrelevante”, explicó Richard Kuprewicz, quien por su cuenta ha investigado cientos de incidentes en oleoductos durante el transcurso de 20 años. “Tienen que filtrar eso”.
Mientras avanzan los esfuerzos de contención y mitigación, casi una docena de agencias gubernamentales se han involucrado en una investigación que ya las ha llevado al Puerto de Oakland, donde las autoridades hablaron el miércoles con los operadores de un buque portacontenedores alemán que se encontraba en el lugar en el momento del derrame. Sin embargo, se permitió que el barco continuara su viaje y los propietarios del bote indicaron que la embarcación ya no estaba bajo escrutinio.
A massive oil spill off the Orange County coast has fouled beaches and killed birds and marine life
Kuprewicz advierte que las respuestas pueden llevar tiempo.
“Deberíamos tener una respuesta en un par de meses, que es aproximadamente cuánto tiempo lleva hacer el análisis forense”, indicó, que debería incluir retirar la tubería dañada de casi 100 pies de agua. “Deberían poder determinar con un alto grado de confianza cuál fue el mecanismo de falla más factible”.
Por supuesto, determinar la causa de la ruptura será más fácil que averiguar quién es el responsable. “Tomará más tiempo llegar al quién, en comparación con el porqué”, explicó Kuprewicz. “El por qué obedece a la ciencia. El quién al Estado de derecho”.
Hasta el jueves, el sospechoso más probable seguía siendo un buque de transporte que podría haber golpeado y posiblemente enganchado el oleoducto en el proceso de anclaje. Pero identificar ese barco requerirá establecer cuándo se dañó la tubería. Para complicar ese trabajo, existe la posibilidad de que se produjeran daños meses antes de que la tubería se rompiera.
La respuesta a estas preguntas es fundamental, no solo para evitar que se produzca un derrame similar, sino también para determinar la responsabilidad, que posiblemente podría extenderse a la negligencia criminal.
Ya un artista en el paseo marítimo de Huntington Beach ha demandado al operador del oleoducto en un tribunal federal, alegando que el derrame dañará su negocio y lo ha expuesto a químicos peligrosos. La demanda busca el estatus de demanda colectiva.
El jueves, otra demanda presentada en un tribunal federal en nombre de los propietarios de la costa de Laguna Beach, también busca la certificación de demanda colectiva y daños por pérdida de goce, posible disminución de los valores de la propiedad y disminución de los ingresos por alquiler.
Rebecca Ore, comandante del sector de la Guardia Costera de Estados Unidos en Los Ángeles-Long Beach, se mostró reticente a dar un costo estimado de la limpieza. “Todavía estamos en las primeras fases de esto, y las respuestas pueden ser un esfuerzo a largo plazo”, explicó.
Pero Kuprewicz anticipa que este esfuerzo podría “fácilmente llegar a los cientos de millones”.
“Los derrames de petróleo no suelen ser asuntos baratos, y este es un derrame de petróleo de alto perfil con una investigación notoria”, explicó. “He visto fallas menores en las tuberías que se han elevado a miles de millones de dólares”.
La supervisora del condado de Orange, Katrina Foley, indicó que existe un fideicomiso de responsabilidad federal que se utilizará para reembolsar a las agencias públicas el costo de la limpieza. No está claro cuánto dinero hay en el fideicomiso.
“Estamos rastreando cada minuto, suministro y pieza de equipo”, detalló Foley. “Todas las agencias públicas están trabajando para presentar reembolsos. No tengo ninguna razón para creer que no nos reembolsarán”.
Siete días después de iniciada la investigación, lo que se sabe es claro: el oleoducto, que tiene 16 pulgadas de diámetro, tiene casi 18 millas de largo y conecta tres plataformas petrolíferas en alta mar, Ellen, Elly y Eureka, con una planta de procesamiento en tierra en el Puerto de Long Beach.
La infraestructura es propiedad de Amplify Energy Corp., una compañía de energía de propiedad pública con sede en Houston. Su expediente, según su sitio web, incluye “campos de petróleo y gas natural”.
Amplify ha sido dueño de la propiedad durante nueve años. Inicialmente fue desarrollado por Shell Oil Co. a fines de la década de 1970 y entró en producción en enero de 1981. Es una de las más de dos docenas de plataformas petrolíferas en alta mar que son una vista conocida frente a la costa.
A última hora de la tarde del viernes 1 de octubre, la residente de Newport Beach, Jolie Sheppick, notó un olor, “como cuando volvieron a pavimentar las calles del área y tuvieron un derrame”.
Pero incluso cuando Sheppick y otros comenzaron a llamar a las autoridades, los trabajadores de la sala de control de Platform Elly no se dieron cuenta de un problema en el oleoducto hasta las 2:30 a.m. del sábado cuando, según los reguladores federales, recibieron una alerta que indicaba baja presión.
Las alertas de baja presión no siempre significan una liberación en la línea, y “no es razonable esperar que un operador cierre una línea cada vez que escuche una alarma de baja presión”, indicó Kuprewicz, pero “algo no parece correcto”.
En los comentarios de esta semana, Martyn Willsher, quien dirige Amplify Energy, no ha explicado qué advertencias pudo haber recibido su compañía o qué acciones iniciales tomaron.
Sin embargo, ha dicho que poco después de las 8:00 a.m. del sábado, los trabajadores que realizaban una inspección de la línea notaron un brillo en el agua e “instantáneamente” se comunicaron por radio a las plataformas costa afuera, donde los trabajadores lanzaron un plan de respuesta a incidentes. Luego, las plataformas marinas y las operaciones de bombeo se “cerraron inmediatamente”.
Aproximadamente media hora después, Amplify Energy notificó a su empresa de gestión de crisis y emergencias, así como a los reguladores federales, según Willsher, y agregó: “Si hubiéramos sabido algo el viernes por la noche, te lo prometo, habríamos detenido inmediatamente todas las operaciones”.
El sospechoso inicial fue la corrosión. “Las tuberías de acero tienden a corroerse”, comentó Kuprewicz.
Incluso si la tubería fue dañada por un ancla de barco, la corrosión pudo haber jugado un papel en la ruptura, comprometiendo lentamente el acero en el punto donde se debilitó o presionó, pero los investigadores también tomarán en consideración otros factores, independientemente de un anclaje o corrosión, incluido un defecto de fabricación en los sitios de soldadura.
Dadas estas posibilidades, el papel que pudieron haber desempeñado las inspecciones en la prevención del derrame será objeto de escrutinio.
Las plataformas y tuberías mar adentro son monitoreadas por una serie de agencias reguladoras federales que tienen el mandato de realizar inspecciones periódicas de los equipos envejecidos. En California, su trabajo solo se centra en más de dos docenas de plataformas desde el norte de Point Conception hasta Huntington Beach. Algunas están en aguas estatales, otras están en aguas federales y todas tienen alrededor de 40 años.
“No es un sistema estable de supervisión”, comentó Miyoko Sakashita, directora del programa de océanos del Centro para la Diversidad Biológica.
Documentos recientemente publicados de la Oficina de Control de las Normas de Seguridad y Medio Ambiente muestran que la tubería rota había sido inspeccionada cada dos años desde 2007 por contratistas privados contratados por Amplify Energy.
En 2019, se realizaron reparaciones en tres áreas donde se produjo la deformación del oleoducto, según el informe resumido de los investigadores federales. “La inspección interna es aceptable y no se recomienda ninguna acción correctiva en este momento”, concluyó la oficina.
Pero a medida que crece la especulación sobre el papel que la corrosión y la supervisión gubernamental laxa pudieron haber jugado en el derrame, el Comando Unificado Conjunto, que supervisa la investigación, anunció el martes que los buzos y las imágenes de submarinos operados a distancia descubrieron que una sección de 4.000 pies del oleoducto había sido desplazada violentamente.
“La tubería se ha tirado esencialmente como la cuerda de un arco”, señaló Willsher, describiendo una fuerza que había jalado el oleoducto unos 105 pies en casi un “semicírculo”.
La sospecha de que un ancla pudo haber atrapado y arrastrado el oleoducto surge en un momento en que las interrupciones en la cadena de suministro global, debido a la pandemia, han multiplicado por cinco el tráfico en los últimos años. El cuello de botella ha obligado a muchos más barcos a esperar anclados antes de entrar en los puertos.
No mucho después del derrame, el análisis inicial de las imágenes satelitales sugirió que el buque portacontenedores pudo haber cruzado la tubería después de alejarse miles de pies de su anclaje.
Sin embargo, después de examinar las imágenes, el grupo de vigilancia ambiental sin fines de lucro, Skytruth, indicó que no había encontrado evidencia de desvío.
El miércoles, funcionarios de la Guardia Costera abordaron el barco que estaba en Oakland en ese momento y luego lo liberaron sin explicación. El barco se encuentra actualmente en ruta hacia México.
El propietario del barco, Hapag-Lloyd, sabía que cierta información sobre el tráfico marítimo mostraba que se había movido mientras estaba anclado, pero eso “parece estar mal”, agregó un portavoz de la empresa. El capitán del barco ha proporcionado registros, actualizados cada hora, que muestran que el bote no abandonó su lugar de anclaje durante varios días, señaló.
Rastrear la embarcación responsable podría resultar extremadamente difícil. Los investigadores no siempre han podido encontrar al culpable de los presuntos impactos de anclas de tuberías submarinas, ni siquiera han llegado a la conclusión final de que fue un ancla la que causó daños, según muestran los registros federales.
Los investigadores continúan inquiriendo sobre la posibilidad de que otros barcos dañaron el oleoducto, pero algunos han planteado la cuestión de si la tubería pudo haberse movido para que su posición en las cartas náuticas ya no fuera precisa.
Mientras continúa la investigación, Kuprewicz aconseja paciencia. La prioridad es contener y mitigar el derrame. Otras respuestas llegarán con el tiempo, comentó.
“El público tiende a sacar conclusiones que superan a la ciencia”, subrayó. “Creen que pueden resolver esto de inmediato. Pero existe un debido proceso. Se aplica el Estado de derecho y este procedimiento lleva tiempo”.
Los redactores del Times, Robert J. Lopez, Richard Winton, Hannah Fry, Rosanna Xia y Adam Elmahrek contribuyeron a este artículo.
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