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Las vacunaciones contra COVID-19 están rezagadas a pesar de la aprobación total del antígeno de Pfizer por la FDA

A woman gets a vaccination.
Ángela Saveva, de 21 años, asistente de profesora en la escuela secundaria San Fernando, recibe la primera dosis de la vacuna Pfizer de Tracy Jones, una enfermera vocacional certificada .
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

Los científicos y los funcionarios esperaron, por mucho tiempo, que la aprobación total del gobierno de una vacuna contra el COVID-19 ayudaría a disipar las preocupaciones persistentes sobre la seguridad de las inyecciones y quizá desencadenar un nuevo impulso en las inoculaciones entre aquellos que han dudado en recibir el antígeno.

Pero hasta ahora, no ha habido un incremento obvio en este rubro a nivel nacional o en California, luego de la aprobación total por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) de la vacuna Pfizer-BioNTech para personas mayores de 16 años, según un análisis del Times.

A nivel nacional, hubo 2.91 millones de personas que habían recibido su primera dosis de un antígeno, durante el período de siete días antes del anuncio de la FDA, el 23 de agosto. Pero en lugar de un aumento en las vacunaciones para la semana que inició ese día, en realidad, se administraron un poco menos de primeras inyecciones: 2.78 millones, lo que representa una disminución del 4%.

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Hubo un descenso del 6.5% en las inoculaciones semanales en California; desde el 16 de agosto hasta el 22 de agosto, se administraron alrededor de 326.000 primeras dosis, pero la semana siguiente, se aplicaron alrededor de 305.000.

Antes de que el antígeno de Pfizer-BioNTech fuera completamente aprobado, se distribuyó bajo una autorización de uso de emergencia, que sigue siendo el caso de las vacunas de Moderna y Johnson & Johnson.

Los funcionarios de salud en varios condados de California confirmaron que no han visto un aumento en las inoculaciones desde la autorización completa del antígeno de Pfizer.

“No hemos visto un impulso aquí”, indicó la semana pasada la directora de salud pública de Los Ángeles, Bárbara Ferrer.

Hubo 75.526 aplicaciones de primera dosis en el condado entre el 16 y el 22 de agosto, y 68.332 la semana siguiente. Los funcionarios de salud indican que los datos más recientes a veces pueden parecer artificialmente bajos, ya que se necesita tiempo para tener en cuenta todas las dosis administradas en un día en particular.

El condado de Santa Clara, el más poblado del norte de California, informó 9.310 inoculaciones de primera dosis, en la semana anterior al anuncio de la FDA, y 8.515 primeras dosis durante el período posterior de siete días.

“No vimos un incremento en nuestras primeras dosis”, señaló la Dra. Sara Cody, directora de salud pública y oficial de salud del condado.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que algunas áreas simplemente pueden tener escasez de personal para inoculaciones. En Santa Clara, el hogar de Silicon Valley, el 88% de los residentes de 12 años o más están vacunados al menos parcialmente. El condado tiene una de las tasas de vacunación más altas de California.

Pero incluso las áreas con una cobertura de inoculaciones mucho más baja, como Fresno, donde el 63% de los residentes de 12 años o más han recibido al menos una inyección, no vieron un aumento en las inmunizaciones después de la aprobación total de la vacuna.

Antes del anuncio de la FDA, Fresno informó 11.313 aplicaciones de primera dosis durante un período de siete días. Posteriormente, se administraron 10.622 primeras dosis.

Las autoridades creen que todavía hay muchas personas no vacunadas que eventualmente recibirán el antígeno. Algunos, como los que tienen varios trabajos, pueden optar por ser inoculados si se les presenta la oportunidad. Otros pueden cambiar de opinión si ellos o alguien que conocen se infecta con COVID-19.

Algunas áreas y grupos demográficos que se vieron muy afectados en las primeras etapas de la pandemia por enfermedades graves ahora registran tasas de vacunación más altas, en parte debido a estrategias de salud pública exitosas y culturalmente competentes. Por ejemplo, los nativos americanos ahora tienen un índice de inoculación más alto que cualquier otro grupo racial o étnico importante. El condado de Imperial, una zona empobrecida y en gran parte agrícola en la frontera con México, tiene una de las tasas de vacunación más altas de California.

En todo el estado, los índices de inoculación de los residentes afrodescendientes y latinos generalmente se han quedado rezagados con respecto a los estadounidenses blancos y asiáticos. Pero en San Francisco y Santa Clara, las tasas de vacunación entre los residentes afrodescendientes y latinos ahora son, básicamente, al menos iguales a las cifras de los residentes blancos.

Algunos funcionarios también señalan que puede ser difícil persuadir a quienes más se oponen a las vacunas.

Una encuesta reciente de la Kaiser Family Foundation encontró que, si bien el 67% de los adultos estadounidenses encuestados indicaron que estaban vacunados y el 3% señalaron que se inocularían lo antes posible, alrededor del 30% informaron que no habían recibido un antígeno.

De todos los adultos encuestados, el 14% manifestó que definitivamente no se aplicaría la vacuna, mientras que el 10% respondió que quería “esperar y ver” cómo funcionan los antígenos para otras personas, y el 3% mencionó que se inocularía solo si fuera necesario para trabajar o la escuela.

“Los adultos más jóvenes (de 18 a 29 años), los republicanos, los residentes rurales y las personas sin seguro todavía reportan tasas más bajas de aplicación de la vacuna, en comparación con otros grupos demográficos”, indicó la encuesta.

Una de las razones de la brecha persistente, encontró la encuesta, es que los adultos no inoculados “son más propensos a decir que no les preocupa que personalmente se enfermen gravemente por el coronavirus y tienden a creer que recibir el antígeno es un riesgo mayor para su propia salud, en comparación con contraer el virus”, mientras que el 88% de los adultos inoculados señalan que una infección por coronavirus es un riesgo mayor que recibir la vacuna.

La mayoría de los adultos que no han recibido el antígeno que respondieron a la encuesta indicaron que creen que los medios de comunicación exageraron la gravedad del COVID-19, mientras que la mayoría de los adultos vacunados contestaron que los medios tenían razón o subestimaron la gravedad de la pandemia.

Los funcionarios señalan que siguen enfocados en eliminar las barreras prácticas para el acceso a los antígenos, así como en conocer a las personas donde viven y tratar de abordar sus preocupaciones directamente.

“Si bien estamos agradecidos por todos los que se han vacunado, debemos continuar explorando formas de hablar entre nosotros sobre los antígenos, de manera que se comunique la realidad de su seguridad y eficacia, para invitar a las personas, en lugar de repelerlas”, señaló Ferrer.

Aunque no parece que hubo un aumento en las vacunaciones que estuviera relacionado con el anuncio de la FDA, las inoculaciones semanales comenzaron a incrementar en julio, a medida que la variante Delta se extendió a todo Estados Unidos, lo que empujó a la nación a una cuarta ola de la pandemia que continúa presionando a los hospitales en todo el país.

A nivel nacional, la administración de las primeras dosis de la vacuna se duplicó entre principios de julio y principios de agosto, pasando de un promedio de 222.000 primeras dosis al día, durante la semana que terminó el 8 de julio, a 477.000 primeras dosis diarias, durante la semana que terminó el 9 de agosto.

Para el último sábado de agosto, Estados Unidos promediaba alrededor de 397.000 primeras dosis al día durante un período semanal.

En California se observó un efecto similar. Durante la semana que terminó el 9 de julio, el estado registró alrededor de 30.000 primera dosis al día; en la semana que terminó el 9 de agosto, la entidad reportó 51.000 primeras inyecciones diarias.

Más recientemente, California registró alrededor de 44.000 aplicaciones de primera dosis al día durante el período semanal que terminó el último sábado de agosto.

A pesar de ese progreso, los funcionarios de salud advierten que el COVID-19 continuará extendiéndose a menos que una mayor proporción de la población se vacune.

En Los Ángeles, Ferrer ha escuchado de los trabajadores de la salud que están atendiendo a adultos gravemente enfermos, que muchos de ellos son padres de familia.

También se están produciendo muertes entre algunos “adultos jóvenes no inoculados que optaron por no vacunarse porque no creían que el virus fuera una amenaza”, comentó. “Son a quienes debemos alcanzar si queremos poner fin a esta pandemia”.

El condado ha informado de un mayor número de personas no inoculadas que son más jóvenes y, en general, más saludables, los que están ocupando las camas de los hospitales.

Entre los adultos y los adolescentes mayores que están hospitalizados con COVID-19, la edad promedio de los pacientes no vacunados o parcialmente inoculados fue de 51 años. Eso es notablemente más joven que la edad promedio de los pacientes hospitalizados y completamente vacunados contra el COVID-19, que fue de 66 años.

Las personas completamente inoculadas también tenían menos probabilidades de necesitar ser ingresadas en la unidad de cuidados intensivos, o de tener tanta dificultad para respirar que debían ser sedadas y que se les insertara un tubo para recibir oxígeno.

En el Hospital Regional Fountain Valley, en el condado de Orange, la edad promedio de las personas admitidas para recibir tratamiento hospitalario en enero era de 64 años. Ahora la cifra es de 46 años, comentó recientemente el Dr. Timothy Korber, director médico de servicios de emergencia del hospital.

El Dr. Rais Vohra, oficial interino de salud de Fresno, indicó que las personas están “bajo alto riesgo si no se inoculan en este momento”.

“Realmente estamos viendo a muchas personas que no están vacunadas (jóvenes, en sus 20, 30 y 40 años) que están llegando a los hospitales ahora”, señaló Vohra. “Ese podrías ser tú. Podría ser alguien a quien amas, alguien que conoces”.

En el condado de Orange, “el patrón general es que son las personas de 30, 40 y 50 años las que están siendo hospitalizadas, en comparación con las oleadas anteriores cuando en realidad eran de 65 años o más”, puntualizó la Dra. Regina Chinsio-Kwong, oficial de salud adjunta, en una sesión informativa la semana pasada.

“Si no nos ocupamos de esta pandemia y no hacemos que las personas se vacunen lo suficientemente pronto, los no inoculados básicamente permitirán que una nueva variante [emerja] y que sea aún más peligrosa”, agregó Vohra.

Algunos expertos en salud sugirieron que otros gobiernos locales de California apliquen requisitos obligatorios para que los clientes de restaurantes, bares y gimnasios en interiores muestren un comprobante de vacunación para ingresar, algo que han hecho San Francisco y Berkeley.

El Ayuntamiento de Los Ángeles está sopesando un requisito similar, mientras que los miembros de la Junta de Supervisores del Condado señalaron recientemente que no tenían prisa por hacerlo, dada la mejora de las tendencias pandémicas.

“En pocas palabras: los requisitos de inoculación funcionan”, indicó Jeff Zients, coordinador del grupo de trabajo contra el COVID-19 del presidente Biden, durante una sesión informativa. “Aumentan las tasas de vacunación y necesitamos más empresas, así como otros empleadores, incluidos los sistemas de atención médica, distritos escolares, colegios y universidades, para redoblar esfuerzos y hacer su parte para ayudar a poner fin a la pandemia más rápido”.

Biden pidió recientemente a los patrones que exijan a sus trabajadores “ser inoculados o enfrentar requisitos estrictos”.

“Los requerimientos de vacunación han existido durante décadas”, señaló. “Los estudiantes, los profesionales de la salud y nuestras tropas generalmente deben recibir antígenos para prevenir todo, desde la poliomielitis hasta la viruela, el sarampión, las paperas y la rubéola”.

A fines de julio, Biden también anunció que más de 2 millones de personas empleadas por el gobierno federal deberán usar cubrebocas, distanciarse físicamente de otros individuos en el lugar de trabajo y hacerse pruebas con regularidad a menos que hayan sido vacunados.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos también ordenó que los militares sean inoculados.

“Para defender a este país, necesitamos unas fuerzas armadas sanas y preparadas”, escribió el secretario de Defensa, Lloyd Austin, en un memorando. “Después de una cuidadosa consulta con expertos médicos y líderes militares, aunada al apoyo del presidente, he determinado que la vacunación obligatoria contra la enfermedad del coronavirus es necesaria para proteger a las fuerzas armadas y defender a los estadounidenses”.

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