La depresión posparto va en aumento, especialmente para las mujeres de color, durante la pandemia de COVID-19
Cuando Altagracia MejÃa se enteró de que iba a ser madre, la felicidad inundó su corazón.
Escogió una cuna. Tomó fotos de su vientre en crecimiento y redecoró su habitación.
También realizó una fiesta de revelación de género en Zoom.
Pero su dicha no duró mucho.
Sentimientos desconcertantes de ansiedad, asà como dudas de que alguna vez pudiera ser una madre adecuada para su bebé, llegaron a su cabeza durante el embarazo, mientras vivÃa en su pequeño apartamento de una habitación. Y cuando la residente de Panorama City trató de borrar su inquietud, esos sentimientos se apoderaron de ella nuevamente después de que dio a luz a su hija, Alexa, en medio de la pandemia, el 8 de septiembre de 2020.
Cuando la hija de MejÃa tenÃa alrededor de 2 meses, los episodios de ansiedad e irritabilidad de la madre de 26 años se habÃan convertido en pensamientos suicidas.
“En mis momentos más lúcidos, me pregunto una y otra vez qué me está pasandoâ€, admitió MejÃa, quien emigró a Estados Unidos desde El Salvador hace cuatro años con la esperanza de dejar atrás la pobreza y violencia de su tierra natal. “Se supone que debo estar feliz, resplandeciente y llena de energÃa, pero nada es como lo pintan en la televisión o las redes socialesâ€.
“Para la sociedad, especialmente para los latinosâ€, continuó, “es imperdonable que una mujer se sienta triste o tenga pensamientos de muerte en este momento que se supone es el más feliz de su vidaâ€.
MejÃa sufre de depresión posparto, una forma grave de depresión clÃnica relacionada con el embarazo y el nacimiento de un hijo. Los sÃntomas incluyen cambios de humor severos y abatimiento profundo, asà como impulsos que pueden empujar a una madre a hacerse daño a sà misma o a su recién nacido.
A principios de esta semana, Sandra Chico, la madre de 28 años de tres niños que fueron encontrados muertos en una casa del este de Los Ãngeles, fue arrestada bajo sospecha de asesinato y está detenida con una fianza de $2 millones, indicaron el martes funcionarios del Departamento del Sheriff de Los Ãngeles.
En una entrevista con el Times, Elizabeth Chico comentó que su hermana menor habÃa mostrado sÃntomas de depresión posparto luego del nacimiento de su hijo menor, hace aproximadamente un mes. “Todo ese estrés, toda esa ansiedad, se apodera de tiâ€, enfatizó.
Aunque el Departamento de Salud Pública de California (CDPH, por sus siglas en inglés) no ha publicado cifras sobre la cantidad de mujeres con depresión posparto desde 2018, los expertos dicen que un aumento en las llamadas de mujeres que piden ayuda a organizaciones locales sin fines de lucro, junto con el incremento de las listas de espera en los hospitales, indican que los casos de depresión posparto pueden haber ascendido dramáticamente durante el curso de la pandemia de COVID-19.
Las mujeres de color continúan estando entre las más afectadas, en parte porque muchas no tienen seguro médico o su seguro cubre poca o ninguna terapia, informó Misty Richards, una de las directoras del programa de Servicios de Salud Mental para Pacientes Ambulatorios Maternos en UCLA. La evidencia sugiere que algunas madres latinas pueden dudar en buscar ayuda debido a los estigmas asociados con las enfermedades mentales, asà como a las expectativas culturales en torno a la maternidad y los roles tradicionales de las mujeres en las sociedades latinas.
Además, muchas de las personas afectadas no se someten a pruebas de detección de depresión posparto, a pesar de la ley de salud mental materna de California, la AB 2193, que entró en vigor el 1 de julio de 2019 y requiere que los obstetras y ginecólogos examinen a las madres para detectar estas afecciones, durante y después del embarazo, para asegurarse de que reciban el tratamiento necesario.
Las estadÃsticas de CDPH disponibles más recientes, de 2018, indicaron que 1 de cada 5 mujeres de la entidad sufrió depresión posparto durante o después de dar a luz, lo que se tradujo en 100.000 casos al año. El informe también establece que: “Las mujeres negras y latinas experimentan el mayor porcentaje de sÃntomas depresivos de todos los grupos raciales/étnicos durante los perÃodos prenatal y pospartoâ€.
Según el CDPH: “Las disparidades son particularmente evidentes para los sÃntomas prenatales de depresión, que son dos veces más comunes para las mujeres negras (19.9%) y latinas (17.1%), en comparación con las blancas (9.5%) y las asiáticas/originarias de las islas del PacÃfico (10.3%)â€.
Richards, de la clÃnica de UCLA, señaló que ha visto un aumento del 30% en los casos de depresión posparto desde que comenzó la pandemia. Expresó especial preocupación por las mujeres de color de bajos ingresos que están desapareciendo en las grietas de un sistema de salud inaccesible.
Ella estima que ve a 15 mujeres a la semana, alrededor de 700 casos al año. Si la clÃnica está llena, como ha sido el caso desde el comienzo de la pandemia, ella canaliza a las madres a otras clÃnicas asequibles y organizaciones sin fines de lucro.
“Una sola visita de 90 minutos al psiquiatra reproductivo en California cuesta entre $500 y $800 si no tiene seguro médicoâ€, señaló Richards, quien actualmente tiene una lista de espera de 15 dÃas de pacientes por tratar. “Ese dinero no lo puede pagar una persona de bajos ingresosâ€.
En respuesta a la pandemia, el Departamento de Servicios de Atención Médica de California implementó el programa de Extensión Provisional de Atención Posparto el 1 de agosto de 2020, que permite a las madres elegibles para Medi-Cal, que han sido diagnosticadas con una condición de salud mental materna, seguir siendo elegibles para recibir asistencia hasta un año después de dar a luz: 10 meses más que el perÃodo normal de 60 dÃas de atención posterior al embarazo.
Sin embargo, para obtener ayuda, las madres deben ser diagnosticadas con depresión posparto y muchos expertos en salud ni siquiera están al tanto de la existencia del programa, que expirará el 31 de diciembre.
Medi-Cal, el servicio que paga más del 50% de todos los nacimientos en California, habrÃa cubierto servicios de ayuda mental para MejÃa, pero su condición nunca fue detectada, explicó.
“En mi clÃnica, llené formularios sobre cómo me sentÃa y, aunque sabÃan que tenÃa depresión, nunca me dieron un diagnóstico positivo, incluso después de dar a luzâ€, subrayó.
Mientras trataba de navegar por el laberÃntico sistema médico estadounidense, ella se sintió aislada de sus amigos y familiares. El miedo a contraer el COVID-19, asà como la vergüenza por lo que sentÃa que eran sus fracasos como madre, le impidieron buscar a otros para consuelo y apoyo.
“Desde que vine a este paÃs hace cuatro años, he trabajado como niñeraâ€, comentó. “No era posible que podÃa cuidar de otros niños, pero ni siquiera era capaz de amamantar a mi propia hijaâ€.
Como no podÃa pagar un especialista privado, MejÃa, junto con su esposo con quien ha estado casada tres años, Walberto Gochez, un trabajador de mantenimiento, y su padre, Marco Antonio MejÃa, tuvieron que buscar ayuda por su cuenta en Maternal Mental Health Now, una organización sin fines de lucro que aboga por la detección y el tratamiento de la depresión prenatal y posparto en Los Ãngeles.
Eynav Accortt, psicóloga clÃnica del Hospital Cedars-Sinai quien trata a mujeres con ansiedad y depresión durante el embarazo y el posparto (conocidos como trastornos perinatales del estado de ánimo y ansiedad), explicó que la pandemia ha agregado una capa de complejidad y aislamiento que podrÃa aumentar sustancialmente las tasas de tales casos.
“Las mujeres han estado sometidas a más estrés por la pandemiaâ€, agregó. “Temen enfermarse o que sus bebés se contagien, no pueden tener visitas domiciliarias y esto aumenta las preocupaciones del dÃa, incluso si no son de bajos ingresosâ€.
Según Accortt, de la ClÃnica de PsicologÃa Reproductiva Cedars-Sinai recibió el doble de llamadas de mujeres que buscaban ayuda entre enero y abril de este año, que durante todo el año anterior.
“Aproximadamente 11 pacientes que pudieron haberme visto para terapia individual, porque estoy en la red con su compañÃa de seguros, fueron referidos a otros proveedores comunitarios, muchos de los cuales ya estaban llenosâ€, puntualizó. “En este momento, tengo una lista de espera de tres semanas para que un cliente comience la terapia individual conmigoâ€.
En 2020, cerca de 6.500 mujeres fueron examinadas para detectar depresión posparto en Cedars-Sinai, y, de 300 a 500 que estaban en riesgo de trastornos perinatales del estado de ánimo y ansiedad, fueron remitidas a organizaciones locales para obtener ayuda. Además, otras 150 mujeres obtuvieron servicios directos como terapia individual o ayuda grupal de apoyo de la ClÃnica de PsicologÃa Reproductiva Cedars-Sinai.
Alondra Espinoza, de 36 años, del este de Los Ãngeles, se encuentra entre las mujeres cuya depresión posparto se vio agravada por la pandemia. Se sorprendió al enterarse de que estaba embarazada por tercera vez, en 2019, mientras criaba a su hija, Jocelyn, ahora de 15 años, y su hijo, Isaiah, de 11.
“Durante mi embarazo, no querÃa que la gente me viera, pensé que era demasiado mayor para empezar a cuidar de un bebé de nuevoâ€, admitió. “Empecé a llorar todo el tiempo y a sentirme irritada simultáneamente. A medida que pasaban los meses, comencé a sentirme sola, frustrada y desesperada por cómo serÃa mi futuroâ€.
En enero de 2020, tres meses antes de dar a luz, tuvo que dejar de trabajar como asistente de maestra porque sufre de ciática.
En abril de 2020, nació Lexi, y en junio la depresión posparto la afectó más cuando se enteró de que su esposo, Jezreel, un trabajador de demolición de edificios, tendrÃa que regresar a trabajar fuera del estado.
“Durante la pandemia no podÃa salir, tenÃa miedo de que nos contagiáramos [del coronavirus] y no sabÃa a quién acudirâ€, señaló Espinoza.
“Mi niña lloraba todo el tiempo y me sentÃa inútil a su ladoâ€, continuó. “Sentà como si ella me estuviera volviendo loca. Deseaba salir de casa y correr sin rumbo fijo, querÃa desaparecerâ€.
Al igual que MejÃa, puntualizó Espinoza, nunca le diagnosticaron depresión posparto a pesar de completar varios formularios en el Garfield Medical Center en Monterey Park, donde dio a luz.
“Me tomó unos dos meses después de parir para buscar ayuda por mi cuenta porque pensé que pedir apoyo estaba malâ€, explicó. “CreÃa que la gente pensarÃa que no soy una buena madre y luego los de servicios sociales se llevarÃan a mis hijosâ€.
Un empleado del Garfield Medical Center, que no quiso ser identificado, señaló que, desde noviembre de 2019, el centro ha estado evaluando a todas las madres antes de que regresen a casa con sus recién nacidos. “Y si evalúan un alto riesgo de depresión posparto, un trabajador social los remite a diferentes recursosâ€, indicó.
Respecto al caso de Espinoza, el empleado comentó que pudo haber existido un problema de comunicación o “lo más probable es que no cumpliera con los criterios de posparto de alto riesgoâ€.
“Solo vemos a las madres por un corto perÃodo de tiempo, unos cuatro dÃas, después del partoâ€, aclaró. “Si no nos hablan, no podemos identificarlas, no tenemos la oportunidad de ayudarâ€.
Emily C. Dossett, asistente clÃnica y profesora de psiquiatrÃa y ciencias del comportamiento en la Facultad de Medicina Keck de la USC, sostiene que, aunque la detección de la depresión posparto en mujeres ahora está codificada en la ley estatal, “todavÃa hay una falta de recursos disponibles para hacerlo, lo que pone a los médicos en una mala situaciónâ€.
“Si los expertos en salud no conocen las leyes de detección posparto o la ley [Extensión Provisional de Atención Posparto], y si no hay suficiente personal para referir mujeres o terapeutas, siempre habrá madres que desaparecerán sin ningún tratamientoâ€, comentó Dossett, quien desde que comenzó la pandemia ha visto un aumento del 25% en las canalizaciones de madres que necesitan terapia.
“La depresión posparto puede ocurrir poco después de dar a luz o incluso hasta un año despuésâ€, continuó Dossett. “Es por eso que necesitamos servicios de apoyo más asequibles porque, en mi experiencia, creo que el 80% de las mujeres con depresión posparto pueden ser tratadas con terapiasâ€.
Adriana Rangel, residente de Norwalk, no tuvo depresión posparto hasta dos meses después de dar a luz a Ivana, el 13 de noviembre de 2020.
“Como si hubiera un interruptor en mi cerebro, de repente comencé a sentirme triste, exhausta, no querÃa comer, ni siquiera querÃa quitarme el pijamaâ€, explicó Rangel, de 31 años. “Ya no era la mujer platicadora, alegre y extrovertida que la gente conocÃaâ€.
Cuando su madre murió de COVID-19 en febrero, Rangel se hundió aún más en la depresión y temió enfermarse o contagiar a su hija.
Posteriormente pudo obtener ayuda para su condición. Tiene un seguro médico privado y paga $25 de su bolsillo por cada cita semanal para ver a un psicólogo en el Providence St. Joseph Hospital.
Mike Sherbun, director ejecutivo del Instituto ClÃnico de Salud Mental de Providence, que está compuesto por 11 hospitales en Orange y Los Ãngeles, indicó que los casos de depresión posparto han aumentado hasta en un 25% durante la pandemia. Teme que esas cifras estén subestimadas y puedan seguir incrementando, ya que no están incluidas las mujeres que no buscan ayuda.
“Estos aumentos son solo la punta de una crisis de salud mental en Californiaâ€, puntualizó. “Asà que nuestro instituto está en el proceso de abrir más programas para pacientes ambulatorios que puedan ayudar a las madres con depresión posparto en Torrance y Tarzanaâ€.
Sherbun enfatizó que se necesitan más leyes en California para cubrir a todas las madres, mientras que las leyes actuales deben hacerse cumplir.
En el caso de E.R., quien pidió no revelar su nombre completo, su obstetra/ginecólogo no le dijo que sufrÃa de depresión durante el embarazo o después del parto hasta que ella también buscó ayuda por su cuenta, señaló. La residente de Los Ãngeles, que dio a luz en enero, comenzó a sufrir ansiedad casi tres meses después de que comenzara su embarazo.
“Trabajé como administradora de casos de salud mental y, aunque tenÃa miedo de enfermarme de COVID-19, no querÃa dejar de trabajarâ€, explicó E.R. “Escuché de tantas personas que perdieron sus empleos y no pudieron pagar la renta, por lo que no querÃa estar en esa situación. Al mismo tiempo, comencé a asustarme por mi futuro, la seguridad y estabilidad del bebé, por lo que decidà trabajar hasta el momento en que di a luzâ€.
“Creo que trabajar me ayudó un poco a no pensar en la depresión y la ansiedad. Sin embargo, una vez que tuve a mi bebé, mi salud mental se deterioró más rápido. Lloraba todo el tiempo. Peleaba con mi esposoâ€.
“Parte de mi depresión también se debió a estar aislada de mi familia y amigos cercanos. Vengo de una familia latina donde celebramos todo y esta vez no pudimos debido a la pandemiaâ€.
En los momentos en que no podÃa dormir, los pensamientos de acabar con su propia vida, o la de su hija, se cernÃan sobre ella.
“Pensé que, si ella estaba muerta, las cosas irÃan mejorâ€, comentó. “¿Qué pasa si me tiro frente a un auto o me lanzo de un edificio?â€.
E.R. no confiaba en su familia por temor a que pensaran que estaba loca o que le quitaran a su bebé.
“En mi familia, con una madre de México y un padre de El Salvador, no es normal que una madre se sienta asÃ, o simplemente lo resuelves tú mismo o te acercas al cura para que te dé un consejoâ€, señaló.
E. R. le pidió a su esposo que la acompañara a los grupos de terapia, pero él se negó, receloso del estigma en torno a los problemas de salud mental.
“Afortunadamente, él comprende que necesito ayuda y se ha vuelto más pacienteâ€, agregó E.R. “También se lleva a la bebé con él cuando siento que quiero un descanso. Tenerlo de mi lado me ha ayudado muchoâ€.
Gabrielle Kaufman, directora clÃnica de Maternal Mental Health Now, una organización que ayuda a las mujeres con depresión posparto y aboga por la creación de leyes que las beneficien, señaló que todavÃa hay mucho por hacer a nivel estatal.
“Se han aprobado un par de leyes en los últimos tres años para ayudar a este sector, pero la pandemia una vez más nos ha paralizadoâ€, enfatizó. “Si como expertos en salud no seguimos las leyes actuales y no abogamos por una mayor legislación que proteja a las madres, tendremos una crisis de salud mental que dejará un hueco en el futuroâ€.
El asambleÃsta Brian Maienschein (demócrata por San Diego), el creador de la ley para evaluar a las mujeres en busca de depresión posparto, reconoce que las nuevas madres deben ser más conscientes de sus derechos.
“Queremos recordarles [a las madres] que los expertos deben realizar exámenes de detección posparto y que pueden solicitarlos si sus proveedores no lo hacenâ€, enfatizó Maienschein.
Añadió que “también hay un problema de proveedores. Entonces, una nueva ley que presenté a la Legislatura en febrero expandirá ese grupo. Después del diagnóstico viene el siguiente paso, dirigir a las madres al experto para el tratamientoâ€.
La AB 935, la Ley de Apoyo a la Salud Mental para Madres y Niños, proporcionarÃa el servicio de consulta a través de telesalud de aseguradoras privadas y organizaciones de atención, como Medi-Cal, para cerrar brechas cuando hay escasez de proveedores.
Sin embargo, el proyecto de ley no se discutirá hasta 2022.
Por ahora, MejÃa y Espinoza asisten a los grupos de Maternal Mental Health Now. Rangel ve a un psicólogo en St. Joseph Heritage Hospital todas las semanas a través de su seguro médico privado. E. R. recibe ayuda en grupos de terapia gratuitos en Downtown Women’s Center en Los Ãngeles.
“Ninguna madre tiene que sufrir de depresión posparto solaâ€, subrayó MejÃa. “Las familias deben apoyar a sus madres para que no haya suicidios y, en el peor de los casos, incluso homicidios. Este trastorno del estado de ánimo es realâ€.
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