Columna: ¿Listo para deshacerse de la mascarilla? El sur de L.A. es una prueba de que la pandemia no terminó aún
Incluso cuando California se encamina a la reapertura y al abandono de las mascarillas, siguen existiendo grandes disparidades en la distribución de las vacunas COVID-19.
¿Recuerda el comienzo de la pandemia de COVID-19, cuando nadie podÃa escapar de esos insÃpidos anuncios de servicio público que proclamaban: “Estamos todos juntos en estoâ€?
Bueno, no era cierto en ese momento. Y, en muchos sentidos, ahora lo es incluso menos.
El lunes, el secretario de Salud y Servicios Humanos de California, Dr. Mark Ghaly, anunció que a partir del 15 de junio, quienes estén completamente vacunados ya no tendrán que usar mascarilla facial en la mayorÃa de los lugares, ya sea en interiores o exteriores.
Es una decisión que alineará al estado -aunque tardÃamente- con la orientación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que la semana pasada cambiaron su recomendación sobre el uso de mascarillas, provocando confusión y consternación masiva.
“Realmente se trata solo de darnos un tiempo adicional en todo el estado para implementarlo con un alto grado de integridad, con un enfoque continuo en la protección del públicoâ€, afirmó Ghaly durante una conferencia de prensa.
El razonamiento, explicó, es que las personas que siguen sin aplicarse la vacuna por una razón u otra podrÃan cambiar de opinión cuando vean “un poco menos del uso de las cubiertas faciales en nuestras comunidadesâ€. California también planea reabrir completamente su economÃa el 15 de junio.
Pero esa no es, exactamente, la forma en que el Dr. Amon Rodgers piensa al respecto. Durante meses, el profesor asistente de la Universidad de Medicina y Ciencias Charles R. Drew, en el sur de Los Ãngeles, ha intentado vacunar a la mayor cantidad posible de gente, en particular personas de color.
El proceso ha sido lento, y los resultados, desiguales.
A pesar de todas las felicitaciones que los polÃticos se dieron a sà mismos por mejorar la distribución equitativa de vacunas, aún existen disparidades, y son amplias.
Según un análisis de The Times de 15 códigos postales del sur de Los Ãngeles, efectuado la semana pasada, solo alrededor del 26% de los 830.000 residentes están completamente vacunados contra el COVID-19, y solamente cerca del 38% tiene una dosis.
Comparemos con el condado de Los Ãngeles, en su conjunto, donde el 36% de los residentes están completamente vacunados y cerca del 49% se aplicó ya una dosis, según el análisis. En todo el estado, el 39% de los californianos está totalmente inoculado, y el 51% tiene una dosis.
Por raza, los porcentajes son aún más marcados. En todo el estado, el 65% de los negros y el 66% de los latinos californianos no están vacunados, mientras que solo el 49% de los blancos y el 38% de los asiáticos californianos no lo están aún, según el rastreador de The Times.
Hay menos estadounidenses reacios a vacunarse contra el COVID-19 que hace unos meses, pero las dudas sobre los efectos secundarios y la seguridad siguen frenando a algunos.
En todo el condado, un tremendo 68% de los residentes negros y el 67% de los residentes latinos aún no han recibido una sola inyección, en comparación con el 46% de los residentes blancos y el 38% de los asiáticos, según el análisis del periódico.
Que haya tantas personas por allà sin vacunar, y potencialmente sin mascarilla -muchas de los cuales son trabajadores esenciales- no es un buen augurio para mantener nuestros casos y muertes por coronavirus cerca de mÃnimos históricos. “Mi preocupación es que la reapertura ocurra antes de que tengamos una tasa más alta de vacunaciones en áreas como Compton y el sur de L.A.â€, señaló Rodgers. “No quiero que esta comunidad cargue con todo esto y amplÃe la disparidad que ya tenemosâ€.
Y hay una buena posibilidad de que eso suceda, a pesar de la promesa de Ghaly el lunes de que los funcionarios de salud pública usarÃan las semanas previas al 15 de junio para trabajar en “la entrega de vacunas, particularmente en comunidades desatendidasâ€.
Para entender por qué, me unà a Rodgers en el Gonzales Park, en Compton, el sábado. Él y otros miembros de la Universidad Charles R. Drew organizaron allà la primera aparición de un sitio de vacunación emergente con frecuencia semanal, el único disponible en millas.
Si cree que las bajas tasas de vacunación no tienen que ver con el acceso a las vacunas, solo tiene la mitad de razón. El condado de Los Ãngeles, como la mayorÃa de los condados de California, está lleno de viales de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson. Pero algunas personas, particularmente quienes no poseen servicio de internet o vehÃculos, todavÃa tienen dificultades para encontrar un lugar donde vacunarse.
Durante la tarde, personas, jóvenes y mayores, la mayorÃa de ellos negros y latinos, ingresaron al sitio en Gonzales Park. La mayorÃa dijo que se habÃa enterado de la posibilidad por la radio.
Los funcionarios del condado de Los Ãngeles dicen que la vacuna de Pfizer se ofrecerá a los preadolescentes y a los adolescentes más jóvenes una vez que los CDC confirmen la recomendación de la FDA
Erika Taylor, quien trabaja para el Departamento del Sheriff del condado de Los Ãngeles, hacÃa tiempo que deseaba vacunarse, y finalmente decidió por la inyección única de Johnson & Johnson; no querÃa lidiar con la molestia de dos dosis. “Mucha de nuestra gente todavÃa es escépticaâ€, consideró Taylor, quien es negra. “Y está bien. Si alguien no quiere hacer algo, no hay que convencerlo de que lo hagaâ€.
De hecho, ella dejó a su hijo en el auto. A los 12 años, el chico es elegible pero aún no está interesado.
Rodgers escuchó lo mismo de un grupo de hombres negros, que no llevaban mascarilla y se habÃan reunido para hacer una barbacoa en el parque. “Dijeron: ‘No queremos hablar de vacunas’â€, relató.
Según el Dr. Roberto Vargas, decano asistente de polÃticas de salud y educación interprofesional de la Universidad Charles R. Drew, una gran parte del problema es que muchos residentes negros y latinos del sur de Los Ãngeles no tienen un médico de atención primaria. “Si alguien nunca tuvo atención médicaâ€, señaló, “no puede tener una conversación individual para que un proveedor responda sus preguntasâ€.
Otro problema es que muchas personas, en particular las que tienen dos o tres trabajos, no cuentan con el tiempo para vacunarse o lidiar con los efectos secundarios.
Una encuesta reciente de la Kaiser Family Foundation encontró que los adultos latinos tenÃan el doble de probabilidades que los adultos blancos de decir que querÃan vacunarse lo antes posible. Pero muchos de ellos también informaron no haberlo hecho aún porque les preocupaba faltar al trabajo, o porque deseaban encontrar un lugar de vacunación en el que pudieran confiar su estado migratorio.
Estas son las razones reales y complejas por las que existen disparidades continuas en la distribución de vacunas, y por qué es probable que continúen existiendo después del 15 de junio, cuando la gente de los vecindarios más ricos siga con su vida como si la pandemia hubiera terminado.
No estamos todos juntos en esto. Y no estoy seguro de que la motivación para poder deshacerse de la mascarilla vaya a cambiar algo, especialmente cuando no hay nada que impida que quienes no están vacunados dejen de usar las suyas también (suponiendo que alguna vez las hayan utilizado).
Por otra parte, conocà a Willie Hicks. Apoyado en su bastón, entró cojeando en el sitio de vacunación en Gonzales Park, el sábado. Me dijo que no creÃa que necesitara la inyección, pero pensó que tendÃa que hacerlo para poder demostrarlo, eventualmente. No habÃa oÃdo hablar de la nueva guÃa respecto a las mascarillas.
“No podrás hacer ciertas cosas si no estás vacunadoâ€, razonó Hicks. “Y luego, quienes lo estén no querrán juntarse con quienes no lo hayan hechoâ€.
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