Un nuevo informe estatal desglosa la distribución de las vacunas por edad, raza y sexo, y muestra las disparidades
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Los californianos blancos hasta ahora han recibido 32.7% de las primeras dosis disponibles de la vacuna contra COVID-19, en comparación con 16% para los latinos, 13% para los asiático-estadounidenses, 2.9% para los negros y 0.3% para las poblaciones nativas americanas, según un nuevo informe estatal que proporciona una imagen de la distribución de vacunas.
Los nuevos datos del Departamento de Salud Pública de California desglosan por primera vez a los receptores del antígeno por edad, raza, género y ubicación. Debido a los suministros limitados, los trabajadores de la salud, los residentes de cuidados a largo plazo y las personas de 65 años o más constituyen la mayor parte de los que han recibido una primera dosis.
Hasta el domingo, se han entregado 8.051,475 dosis de vacunas a los sitios de distribución en todo el estado y se han administrado 5.768,684 inyecciones. Se han enviado más de 8 millones de dosis adicionales.
Las personas mayores encabezan la lista de quienes han recibido la primera inoculación, con un 54.7%; seguida por las de 18 a 49 años, con un 28.7%; y las de 50 a 64 años, con un 16.6%, según el informe. Las mujeres representan la mayoría de quienes han recibido el antígeno, con un 58.5%, en comparación con los hombres, con un 41.1%, y los que se negaron a indicar el género o se identificaron como transgénero u otro, con un 0.4%.
Los datos estatales también están desglosados por condado, con disparidades que varían de una región a otra.
Por ejemplo, en Los Ángeles, muestra el nuevo informe, los latinos han recibido el 23.2% de las dosis disponibles; blancos, 21.9%; asiático-estadounidenses, 14.6%; negros, 4.1%; y poblaciones indígenas, 0.1%. En comparación, en San Diego los blancos han recibido el 42.3%; los latinos, 14.1%; asiáticos, 10.8%; negros, 1.9%; y poblaciones indígenas, 0.5%.
Pero algunos funcionarios de salud y activistas de Los Ángeles han argumentado que las vacunas no están siendo dirigidas de manera efectiva a las comunidades más afectadas por la pandemia. En cambio, las dosis se han destinado a grandes centros de vacunación, como el estadio de los Dodgers o proveedores de atención médica como Kaiser Permanente.
Señalan que las poblaciones negras, latinas y asiáticas constituyen una gran proporción de los trabajadores esenciales del condado, y que es posible que muchos en esas comunidades no tengan acceso al seguro médico, transporte, o computadoras necesarias para registrarse para las vacunas y, por lo tanto, se están quedando atrás.
“El campo de juego no está nivelado en este momento”, señaló el Dr. Don García de la Clínica Romero en Boyle Heights, cerca del centro de Los Ángeles.
Los datos estatales no cuentan toda la historia, comentó. Aunque los latinos parecen estar vacunados en mejores tasas que otros en Los Ángeles, importa quién en la comunidad esté siendo tratado.
“Estoy en ese [23%]”, dijo García. “Recibí la vacuna sin desesperación y mis pacientes no pueden inocularse. Esa es la inequidad en la salud de la que estamos hablando”.
Su clínica recibió recientemente 100 vacunas para sus 12.000 pacientes, en su mayoría latinos, muchos de los cuales carecen de estatus legal y trabajan en la industria de servicios. Desde marzo, la tasa de resultados positivos para el coronavirus, entre los que se someten a pruebas en la clínica, ha sido consistentemente del 40%. Eso cuadriplica el índice promedio de pruebas positivas en siete días para Los Ángeles en general, que fue del 9.99% el sábado.
La cantidad de residentes latinos en el condado que mueren diariamente por COVID-19, en promedio y durante un período de dos semanas, se ha disparado: 40 decesos por cada 100.000 habitantes latinos. Eso es casi el triple que el de los residentes blancos, un segmento de la población que sufre un promedio de 14 muertes por cada 100.000.
La mayoría de los latinos que están muriendo son ancianos y, en muchos casos, forman parte de la gran población inmigrante de la región. En la mayoría de las ocasiones, es posible que no conozcan sus opciones y esto afecta a la comunidad en general.
“Estamos hablando de las abuelitas, tíos y tías”, informó García. “De los inmigrantes, los indocumentados”.
En el sur de Los Ángeles, el Dr. Jerry Abraham está lidiando con desigualdades similares en Kedren Community Health Center. En cuestión de semanas, la clínica ha logrado crear un modelo para distribuir mejor las dosis de la vacuna de la manera más equitativa posible.
“Cuando miro esas cifras”, comentó Abraham, “Kedren constituye una gran parte de ese 2.8%” de las inyecciones del antígeno que se administran a los negros.
La clínica comenzó con 100 dosis que suministró a los proveedores de atención médica en Kedren y en otros lugares. Desde entonces, ha trabajado para eliminar las barreras para los ancianos, los que no hablan inglés y los que carecen de transporte, al contar con voluntarios e intérpretes que ayudan a los pacientes a registrarse para recibir la vacuna.
La clínica ahora recibe 6.000 dosis del antígeno a la semana, pero atiende a 2.000 personas al día.
“Estamos en una carrera para encontrar cada dosis que expira en todo el condado”, comentó Abraham. “Nunca tenemos suficientes vacunas”.
Tanto García, como Abraham, dicen que un elemento clave para la distribución equitativa del antígeno es llevarlo a las personas en sus hogares y comunidades, a través de flotas de unidades móviles de vacunación.
“Cuando tienes un incendio, traes el agua para apagar el fuego”, indicó García. “Estamos encendidos. Somos la llama azul”.
La peor ola de la pandemia llegó a principios de enero. En ese momento, el estado registraba casi 45.000 nuevos casos de coronavirus al día.
Esa cifra ha caído desde entonces a un promedio de 11.180 contagios diarios hasta el jueves, según datos compilados por el Times.
Eso sigue siendo más de tres veces el promedio de casos al día que registró California antes de que ocurriera el aumento. Y ahora existe la presencia de variantes de coronavirus nuevas y altamente contagiosas en toda la entidad.
El sábado, los funcionarios de salud pública de Los Ángeles confirmaron 3.254 nuevos casos de coronavirus y 197 muertes relacionadas. Hasta la fecha, el Departamento de Salud Pública ha identificado 1.164,769 contagios en el condado y un total de 18.984 decesos.
“Los casos están disminuyendo, pero siguen siendo altos”, comentó el Dr. Muntu Davis, oficial de salud de Los Ángeles. “Y, por tanto, la gente debe entender que, a pesar de que está en descenso, el riesgo de encontrarse con alguien con COVID-19 que no lo sepa sigue siendo muy alto”.
California está agregando de 4 a 6 millones de personas más a la lista de elegibilidad para la vacuna contra COVID-19, pero los funcionarios advierten que el proceso seguirá siendo frustrante mientras persista la escasez crónica de suministro.
A partir del 15 de marzo, las personas de 16 a 64 años que estén discapacitadas o con alto riesgo de morbilidad y mortalidad por el coronavirus serán elegibles para la vacunación. Eso elevará el número total de californianos elegibles de 17 a 20 millones.
Pero con los suministros tan limitados, en última instancia, dependerá de los proveedores locales decidir quién recibe el antígeno de inmediato, con trabajadores médicos, socorristas, personas de 65 años o más, maestros y trabajadores esenciales que compiten por las dosis.
Los médicos García y Abraham dijeron que esperaban que sus comunidades recibieran los suministros de vacunas que necesitaban lo antes posible.
“Estamos acostumbrados a que nos olviden”, señaló Abraham. “A tener que hacer mucho con muy poco. Hacemos esto todos los días, con COVID o sin él”.
Luke Money y Rong-Gong Lin II contribuyeron a este artículo.
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