Esta madre y su hija eran inseparables y murieron de coronavirus el mismo día
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Carolina Tovar y Letty Ramírez eran un dúo inseparable de madre e hija, las matriarcas gemelas de su familia.
A menudo estaban paradas una al lado de la otra en la cocina, compartiendo recetas tradicionales que les servirían a sus hijos. Por las noches, veían películas clásicas mexicanas, protagonizadas por Vicente Fernández. Se arreglaban las uñas juntas y hablaban de todo.
A medida que Tovar envejecía, Ramírez era su cuidadora más confiable. La guiaba dentro y fuera de los hospitales para su diálisis semanal. Ella siempre estuvo allí.
Pero en marzo, las dificultades respiratorias llevaron a ambas mujeres a la sala de emergencias. Esta vez, no se irían juntas, tomadas de la mano, como lo habían hecho tantas veces antes. El 3 de abril, madre e hija murieron a causa de COVID-19, espaciadas por unas horas en hospitales separados.
Una familia muy unida cuyos miembros normalmente encuentran consuelo en la presencia del otro ahora está aprendiendo a adaptarse a la vida sin dos madres. Mientras lloran, algunos de ellos también se están recuperando de COVID-19 y luchan con las dificultades financieras que han surgido con la crisis de salud.
“Se siente como si alguien me hubiera pateado el estómago”, dijo Alexis Ramírez, de 28 años, la hija mayor de Letty Ramírez. “Sucedió tan rápido que nadie podía creerlo”.
Una semana antes de que las mujeres fueran hospitalizadas, pasaban las tardes juntas como siempre lo habían hecho. Ramírez, de 54 años, tenía tos seca, principalmente por las mañanas, pero por lo demás se sentía lo suficientemente bien como para ir a trabajar como agente hipotecario.
Pero el 19 de marzo, sus niveles de oxígeno cayeron y su madre la llevó rápidamente a la sala de emergencias. La dejó en el Centro Médico St. Jude en Fullerton, sintiéndose culpable de que no podía quedarse al lado de su hija debido a los requisitos de aislamiento del hospital.
Tovar, de 86 años, que parecía tener buena salud, se enfermó poco después y fue ingresada en el mismo hospital días después de Ramírez. El esposo de Letty Ramírez también fue hospitalizado con síntomas de COVID-19 ese fin de semana.
Cada día, los miembros de la familia se actualizaban entre sí sobre el estado de Tovar y Ramírez a través de FaceTime. Estaban esperanzados. Tovar había pasado por hospitalizaciones y siempre había salido adelante. Ramírez era joven y parecía tener mucha vida por vivir.
Al principio, parecía que Ramírez mejoraría. Pudo hablar con su hija por teléfono y le dijo que estaría en casa en unos pocos días. A las pocas horas de esa llamada, la pusieron en un respirador y la transfirieron al Centro de Salud Providence St. John en Santa Mónica, donde los médicos esperaban que un mejor equipo le diera una oportunidad.
Los médicos le dijeron a su familia que habían diagnosticado a Ramírez con diabetes e insuficiencia renal, algo de lo que no sabían antes. Ella también sufría de asma.
Durante la siguiente llamada por FaceTime de la familia Ramírez con ella, Letty Ramírez sólo pudo abrir los ojos. Parecía que quería decir algo, pero Alexis no pudo entenderlo.
“Sólo le dije: ‘Mamá, por favor sigue luchando. Todavía te necesitamos aquí. Queremos que vengas a casa’”.
En St. Jude’s, su abuela comenzó a hablar de la muerte.
“Ella sólo nos decía: ‘Lo di todo. Estoy lista para irme ahora’”, dijo Maribell Tovar, una de sus hijas.
El 2 de abril, cuando los médicos informaron a la familia que Tovar necesitaría ser puesta en un respirador, otra de las hijas de Tovar se dirigió a su habitación del hospital. Llamó a la familia en FaceTime y, juntos, decidieron respetar los deseos de Tovar de no ponerle un ventilador.
A través de FaceTime, alrededor de una docena de los hijos y nietos de Tovar pasaron la noche con ella, sus voces la envolvieron mientras dejaba escapar su último aliento. Letty Ramírez fue una de las que no estaba ahí.
“Ella estaba lista, y nosotros también nos preparamos”, dijo Alexis sobre Tovar. “Todavía hablabamos con ella, diciéndole que la amamos, que vamos a estar bien y que ya no tendría que pelear”.
Fue un momento doloroso para la familia, pero no fue del todo inesperado, dada su edad y antecedentes de insuficiencia renal.
Había vivido una vida hermosa, casándose con su esposo, quien recientemente murió de cáncer, cuando tenía 13 años en Zacatecas, México, y luego emigró a California. Tenía seis hijas, dos hijos y muchos nietos que la llevarían de viaje a Las Vegas y las playas de Rosarito, México, y organizarían fiestas durante todo el año.
Letty Ramírez a menudo organizaba las fiestas en su casa de Rowland Heights. Ella y su madre hacian enchiladas, mole, tamales. El pozole verde de Ramírez era el favorito de la familia.
“Ella era la que mantenía a la familia unida durante las vacaciones”, aseguró Vanessa Padilla, la sobrina de Ramírez.
Tovar era tan cariñosa como su hija.
“Mi madre, era una dulce dama”, dijo Maribell. “Ella fue muy generosa y nunca criticó. Fue la mejor madre”.
“Mamá Carolina era la matriarca de la familia”, comentó Art Aguilar, uno de sus nietos, en un correo electrónico. “Lideró con el ejemplo, una y otra vez, enseñando e inspirando amor, confianza, empatía, coraje, tolerancia, amabilidad y equidad sin predicarlo nunca”.
“Le encantaba asegurarse de que estuviéramos bien”, enfatizó Alexis. “A ella le agradaba alimentarnos. Si no comías todo tu plato, ella te decía. ‘¿Por qué te mueres de hambre?’”.
La familia no se había recuperado de la noticia de la muerte de Tovar cuando Alexis recibió una llamada esa noche del médico diciéndoles que su madre no estaba mejorando. Los dedos de sus pies eran negros. Más tiempo en el ventilador no la ayudaría, le dijo el médico.
Alexis tomó la decisión de quitarle las máquinas y murió en cuestión de minutos, justo antes de las 6 p.m. Letty Ramírez nunca se enteró de la muerte de su madre. Alexis volvió a llamar a su familia en FaceTime, y juntos lloraron.
“Fue difícil que no pudiéramos estar juntos para consolarnos unos a otros”, admitió Alexis. “No podíamos estar allí para [mi madre] como ella lo estaba para nosotros. Nos sentimos tan impotentes”.
Alexis dijo que las últimas dos semanas la han dejado sintiéndose entumecida y abrumada. La mayor de sus dos hermanos también dio positivo por el virus y cree que ella y su hermano menor también están infectados.
Se encuentra luchando para buscar trabajo después de que la despidieron días antes de la muerte de su madre. Ramírez fue la principal proveedora de su familia. Los hermanos de Alexis de 18 y 23 años trabajan a tiempo parcial y van a la escuela.
Su padre de 76 años, retirado, fue dado de alta del hospital después de una semana y se está recuperando del virus. Pero él está luchando con la pérdida de su esposa. Se niega a hablar con otros miembros de la familia y busca la compañía constante de sus hijos.
“Ella era el amor de su vida”, dijo Alexis. “Él me dice: ‘¿Qué voy a hacer sin tu madre?’”.
“Al final, tía Letty, literal y figurativamente dio su vida por su madre”, comentó Aguilar. “Qué irónico que no pudieras separar a estas dos mujeres en la vida y que el destino había hecho que no tuvieran que separarse después de la muerte”.
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