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En el área de la bahía, una red de escuelas charter está reinventando la educación

Diane Tavenner repasó los nombres en una lista que un empleado de Summit Preparatory Charter High School le acababa de entregar y comenzó a llorar. Sus lágrimas no eran de felicidad.

Donde muchos verían signos de éxito, ella veía un fracaso. “Yo le di clases a esos niños”, dijo Tavenner respecto de ese momento, ocurrido en 2011. “Yo era su directora, su mentora; conocía personalmente a todo el mundo, y a sus familias”.

Tavenner había fundado la galardonada escuela de Silicon Valley en 2003. Con un enfoque no tradicional de la enseñanza, ésta rápidamente se convirtió en una red de siete escuelas charter de gestión privada, financiadas con fondos públicos, en el área de la bahía. La red Summit también tiene también dos escuelas en el estado de Washington.

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En estas escuelas, a cada estudiante se le asigna un tutor desde el primer día, y ambos se reúnen semanalmente para hablar acerca de la vida escolar y familiar. Todos los estudiantes -no sólo aquellos que los profesores consideran creativos- pueden tomar clases de arte, yoga o de cine, y participar en excursiones educativas, a menudo impartidas por expertos de museos u orquestas de la ciudad.

Los profesores no se basan en esos ejercicios de memoria que ocupan tanto tiempo en el aula, mientras las escuelas de los barrios pobres se centran sólo en mejorar los resultados de los exámenes.

Para el año 2010, este enfoque había dado lugar a resultados impresionantes en las pruebas, incluso entreniños que generalmente tenían dificultades en la escuela. Varios expertos en educación nacional reconocieron a los maestros y administradores de Summit. En un estado en el que muchos ven la tasa de deserción escolar como escandalosa, en Summit prácticamente todos los estudiantes se graduaban.

Pero la lista de nombres que Tavenner revisó hace unos cinco años contaba una historia más completa. Casi la mitad de los estudiantes de Summit que habían ingresado a la universidad, no completaban sus estudios. “Yo sabía que esto no ocurría porque ellos no querían tener un título universitario”, dice Tavenner. “O porque habían tenido alguna otra oportunidad fabulosa”.

Muchos de los fundadores y partidarios de las escuelas se estremecieron con estas cifras. “A ver, detengámonos. Tenemos que volver atrás y encontrar la forma de hacer que ese otro 45% obtenga éxito”, contó Tavenner.

Entonces, menos de 10 años después de haber abierto su primera escuela en Redwood City, California, con el objetivo de reinventar la preparatoria, Summit debióreinventarse a sí misma.

Algo de ayuda tecnológica

Tavenner creció en el seno de una familia pobre, cerca de la ciudad turística de Lake Tahoe, California, en donde mucha gente que ella conocía nunca pasó de laescuela secundaria. Ella describe su éxito en el colegio como “pura suerte”.

Después de 10 años como maestra, Tavenner ayudó a fundar Summit, en Redwood City, del Silicon Valley, un sitio donde la pobreza coexiste a la sombra de la riqueza proveniente de las empresas tecnológicas.

La idea era que todos los niños de la comunidad -ricos y pobres- pudieran ir a la escuela juntos, y hacer que la universidad sea un destino común para todos, no sólo para ‘ciertos’ chicos. Uno de los estereotipos que más molesta a Tavenner es el que señala que “la universidad no es para todo el mundo”.

“Quienes tienen esta teoría son personas que, en su mayoría, poseen educación universitaria y sus hijos están en camino de conseguirla”, dice. “Ellos nunca hablan de su propia familia. Siempre se refieren a los hijos de otros. Nunca he oído a una madre de bajos ingresos decirme eso a mí, nunca”.

Tavenner pidió a los maestros con los que trabajabaque averigüen qué le faltaba a la educación que ofrecían en sus escuelas, y que pensaran cómo mejorar las cosas.

Los docentes sostuvieron que, con la ayuda de la tecnología, podrían dar a cada niño las habilidades necesarias para tener éxito en la universidad, no sólo en términos académicos sino también en lo personal. Así, decidieron diseñar un sistema que permitiera a los profesores, estudiantes y padres ingresar a las computadoras y encontrar una gran cantidad de clases, así como una forma para medir el éxito y ver de inmediato cuando los estudiantes quedaban atrás en algún área.

También decidieron enseñar ‘hábitos de éxito’ que la gente necesita para funcionar bien en la universidad, dividiéndolos en seis categorías: autoconocimiento , autogestión, conciencia social , habilidades interpersonales, toma de decisiones y comportamiento responsable.

Los estudiantes que ya tenían esas habilidades cuando llegaron a la escuela secundaria “estaban despegando y les iba muy bien”, asegura Bobby Cupp , un maestro de Summit. Pero para otros, contó, tareas tan simples como completar un sobre de correo o entregar un trabajo a tiempo eran desafíos que requerían de mucha guía y acompañamiento.

Para tener éxito en la universidad, los estudiantes necesitan aprender cuándo pedir ayuda y cuándo es necesario buscar las respuestas por sí mismos. Sin embargo, la medición de este tipo de habilidades no es tan fácil como registrar el progreso en una clase de matemáticas. El sistema empleado por la escuela, que creaba lecciones personalizadas para cada estudiante -improvisado por maestros con experiencia limitada en generar tecnología desde cero- no podía hacer todo lo que ellos necesitaban para lograrlo.

Por suerte, el presidente ejecutivo de Facebook , Mark Zuckerberg, y su esposa , Priscilla Chan, habían recorrido una de las escuelas secundarias de la redSummit y les gustó lo que vieron. Al final de la visita, Zuckerberg les preguntó qué necesitaban, y se ofreció a enviar a un equipo de ingenieros de Facebook para ayudar a mejorar la tecnología. En 2014, los expertos comenzaron a trabajar para los profesores en el perfeccionamiento de la interfaz y la resolución deproblemas.

Con el tiempo, el plan es hacer que la tecnología desarrollada en Summit esté disponible de forma gratuita para las escuelas de todo el país. El proceso se inició el pasado otoño, y la asociación entre Summit y otras 19 escuelas -tanto charter como tradicionales- les da acceso a la formación de docentes, tutoría y el software necesario.

Cultivar la independencia

Lo que sucede ahora dentro de las ‘nuevas’ escuelas Summit es un trabajo que aún está enfocado en las personas, pero con el apoyo de un servidor silenciosode alta tecnología. El sistema informático, conocido como ‘plan de aprendizaje personalizado’, es más que una base de datos; almacena proyectos, planes de estudio, materiales de tutoría y las evaluaciones académicas.

Los maestros pueden sacar rápidamente los materiales de una lista para crear lecciones que no sean demasiado fáciles ni demasiado difíciles. También pueden buscar el asesoramiento de colegas acerca de qué lecciones han funcionado bien para un concepto o proyecto en particular.

Los estudiantes también pueden utilizar el sistema, pero no pasan todo el día frente a las computadoras sino que tienen clases tradicionales con profesores, así como proyectos del mundo real. Fuera de clase y en horarios establecidos durante el día escolar, pueden iniciar sesión en la red informática y trabajar tan rápidoo lento como deseen con diversas lecciones.

A medida que progresan, una línea en la pantalla se mueve hacia adelante como un coche que recorre una lista de las clases, mostrando a los estudiantes (y a sus padres y profesores) si van en camino de completar el curso a tiempo.

Un estudiante que ama la historia podría adelantar en este tema, por ejemplo, pero si descuida su clase de inglés deberá encontrar una manera de ponerse al día. El tutor asignado al niño, en su reunión semanal, puede entrenar al estudiante y advertirle sobre los problemas que pueden surgir si él o ella no mantienen el ritmo. Pero el objetivo general es enseñar a los estudiantes a entender esto por sí mismos.

“La habilidad que realmente estoy tratando de incorporar es responder ante los contratiempos”, afirmó Isabel Pamintuan, estudiante de onceavo gradoen Summit, quien espera ser la primera en su familia en ir a la universidad. “A veces siento que no puedo y me asusto, pero luego me sereno y digo: ‘Muy bien. Tengo que respirar, y averiguar cómo atravesar este escollo’.Eso es algo que realmente espero poder mejorar, para aplicarlo en la universidad”.

Cultivar la independencia significa precisamente eso:dar a los estudiantes una mayor autonomía. La idea es evitar el choque cultural cuando lleguen a la universidad, puesto que allí nadie castiga con unadetención a quienes no asisten a una clase. Se espera que los estudiantes piensen por sí mismos, administren su tiempo y entiendan cuándo pedir ayuda. Esto significa que también necesitan aprender a evaluarse a sí mismos.

‘Aprendizaje personalizado’

Esto es parte de lo que Brian Johnson, un profesor de ciencias, quiso enseñar cuando se embarcó a escribir un ensayo persuasivo con una clase de sexto grado en Summit Denali, ubicada en un edificio de hormigón en un parque industrial cerca del corazón de Silicon Valley.

Johnson le dio a los estudiantes varias opciones: si ya habían escrito un ensayo persuasivo antes, podrían intentar una asignación. Si no lo habían hecho, podían probar con otra. Tales decisiones obligan a los estudiantes a evaluar por sí mismos.

‘Aprendizaje personalizado’ es una frase que a menudo significa un salón de clases lleno de elementos de tecnología. Sin embargo, cuando se le preguntó a Aukeem Ballard -un profesor de noveno grado en Summit- que lo describiera, recordó a un estudiante que ese día tenía la cabeza baja en clase, un problema que la computadora no podía enfrentar.

Ballard lo resolvió tranquilizando al estudiante, recordándole la necesidad de estar atento y preguntándole si tenía un problema y necesitaba hablar con alguien. “Parte del aprendizaje personalizado es la comprensión de que las personas se encuentran en diferentes lugares en diferentes momentos”, afirmó. “Están en un lugar diferente tanto en su mente como en su corazón”.

La creación de clases individuales para estudiantes ha sido “el sueño de los educadores de escuelas públicas durante más de un siglo”, aseguró Larry Cuban, profesor emérito de la Facultad de Educación de la Universidad de Stanford. Ahora la tecnología está ayudando a hacer que ese enfoque sea viable. “Es menos caro que tener más adultos en el aula”, expresó.

Cuban sigue siendo escéptico sobre la tecnología y el ‘aprendizaje personalizado’ porque, dijo, muchos programas hacen grandes promesas que no pueden cumplir. Según él, Summit es un experimento prometedor porque la escuela cambió cómo y qué aprenden los estudiantes, y cómo se organiza el día escolar, antes de pasar a la tecnología. Para Cuban, además, el enfoque sostenido de Tavenner también ha sido bueno para las escuelas.

“Tal vez estoy pasada de moda”, expresó por su parteTavenner. “Pero sigo creyendo en el sueño americano. Creo que, si trabajas duro y eres una buena persona, tienes la oportunidad de ser lo que deseas. Creo que la educación es la clave para eso. Mucha gente dice que ‘todos los niños pueden lograrlo’, pero en realidad no creen en esto. Y nosotros estamos lo suficientemente locos como para creer en todos los niños”.

Este artículo fue producido por el Hechinger Report, una organización de noticias sin ánimo de lucro eindependiente, enfocada en temas de inequidad e innovación en el campo de la educación.

Traducción: Diana Cervantes

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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