Fieles querían llegar a cantarle a la Virgen, no a enfrentar la realidad de los desamparados
LOS ÁNGELES — Los feligreses que querían llegar a celebrar a la Virgen de Guadalupe aceleraban el paso cuando pasaban a un lado de las casas de campaña de los indigentes instaladas en las banquetas, se iban por otra calle o por la otra acera, pero parecían no querer enfrentar la realidad de miles de personas que viven en la calle o como algunas personas les llama en inglés: homeless.
“No es que yo los ignore, pero vengo con mi familia y dan mal aspecto. Además vuele feo”, expresó Ignacio, un inmigrante que portaba en su playera la imagen de la Virgen. “Pero nosotros si ayudamos a los pobres”, subraya con una sonrisa medio cínica, mientras se aleja.
En los alrededores de la Iglesia de Nuestra Señora Reina de Los Angeles, a donde se dirigían miles de inmigrantes la noche del 11 de diciembre, está rodeada de indigentes que duermen en el concreto a unos pasos de la autopista 101 y de las grandes edificaciones que dan muestra del poderío económico de esta ciudad, la séptima a nivel mundial si fuera un país.
En esas aceras, no hay muchas paredes que protejan de los fuertes vientos y del ruido. Las bajas temperaturas se han intensificado en los últimos días y los labios se parten y obligan a la gente a usar chamarra, bufanda y algunos hasta guantes; ¿y los homeless?
De acuerdo algunos vagabundos, en estos días algunas organizaciones o familias llegan en sus vehículos a regalarles cobijas para protegerse del frío; aunque no siempre son suficientes; además, personal de la Iglesia les sirve de lunes a viernes a las 7 p.m., un platillo de comida. El sábado y el domingo ellos tienen que buscar dónde comer.
Pero ese día la gente celebraba el 485 aniversario de la aparición de la Virgen a Juan Diego, en el cerro del Tepeyac, como lo indica la tradición. Casualmente, Juan Diego era un indio pobre a los que, dicen, la Virgen protege más que a nadie con su reboso.
Pero seguramente los miles de fieles que fueron llegando poco a poco a la Iglesia en ese momento no se acordaban. Ellos lo que querían era cantarle las mañanitas a la ‘Patrona de América’, y agradecerle que hay trabajo, por lo menos para ellos.
“La Virgen nos ha ayudado a llegar a este país y tenemos trabajo”, dijo Juan Martínez, quien llegó con toda la familia a escuchar misa y cantarle las mañanitas a la ‘Morenita’.
Pero cuando se le preguntó sobre los homeless, Martínez dijo que muchos son drogadictos, no quieren trabajar y prefieren vivir en la calle para que nadie les diga nada. Casi casi, el inmigrante subrayó que el que es indigente en Estados Unidos es porque quiere.
Según información del Condado de Los Ángeles, el segundo más grande del país, viven en la calle 44 mil personas o desamparados. Y aunque anteriormente la mayoría eran afroamericanos, ahora ya los latinos tienen gran presencia entre este grupo.
Ese día, las autoridades de la Iglesia esperaban a 100 mil fieles, en su mayoría inmigrantes y muchos de los que tuvieron que pagar hasta $20 dólares de estacionamiento, de $10 a $60 por ramos de flores y hasta $2 o $5 por una veladora. Ya en el evento, algunos compraron café $2, ponche con piquete $5 y no faltó el que llevaba cerveza o tequila “para calentar el cuerpo” decían.
Indigente recomienda a los latinos ahorrar y pensar en el futuro
Mientras tanto, a unos pasos de la celebración, Jorge Óscar Hernández de 52 años, uno de las decenas de desamparados que viven alrededor de la Iglesia se tapaba con lo que podía del frio y prefería no hacer caso a la indiferencia de la gente.
Él es originario de Guatemala y llegó a Estados Unidos en tres ocasiones con visa de Turista hasta que terminó quedándose. Después de 20 años, el inmigrante pagaba su casa en Los Ángeles, otra casita en Guatemala y los gastos de la escuela de sus tres hijos.
En el 2010 todavía tenía sus cuadrillas de jardineros con las que daba servicio a sus clientes, muchos de ellos estadounidenses ‘que exigían, pero pagaban bien”, dice.
Hernández, que lleva dos Navidades viviendo en la calle, explicó que se convirtió en indigente porque en dos ocasiones le robaron la camioneta con toda su maquinaría, pero la segunda vez la compañía de seguros ya no quiso pagar su equipo. Ese fue el inicio del fin en su economía.
Los problemas financieros terminaron por disuadir su hogar y su familia a quien mandó a Guatemala. Él se quedó en Los Ángeles, pero entre la depresión que le causó la debacle, su falta de visión y un poquito de mala suerte, no tuvo otra opción.
“Yo nunca me imaginé que un día viviría en la calle”, expresó.
Entre lo perdido y el dolor de estar lejos de la familia a Hernández le quedan algunos consejos y le recomienda a los latinos ahorrar, “uno nunca sabe que le depara el futuro y si no está preparado, la calle puede ser el resultado”, subraya.
El inmigrante indica que los más difícil de vivir en la calle es no poder confiar en nadie. Ni sus problemas más complicados o sencillos. Además, ya le han robado en dos ocasiones todas sus cosas, incluyendo su casa de campaña, que lo protege del frío.
“Uno quiere confiar a alguien, pero no tiene a nadie. Desafortunadamente hasta ahora valoro lo que es tener un hogar”, rememora el indigente de mirada profunda, semblante triste, pero con carácter, que se desvanece cuando habla de su familia.
“Recuerdo que todos los domingos en la mañana yo les preparaba el desayuno a mis hijos, pero no me di cuenta que eso era un privilegio y ahora ya no lo tengo” agrega.
“No aprendí a valorar el hogar. Crecemos en medio del machismo y como hombre, uno aprende a trabajar y trabajar sin dedicarle mucho tiempo a mi familia”, expresa. “En el divorcio mi esposa me acusó de ‘workoholic’, pero yo no me daba cuenta”.
“En ocasiones nos falta visión a nosotros. “Tenemos tradición, folclore y costumbres, pero nuestros padres no nos enseñan a pensar ‘to think ahead’ o pensar en el futuro. Y cuando se nos presentan problemas fuertes es aquí donde termina uno”.
Hernández espera que ésta sea su última Navidad en las calles de Los Ángeles, a pesar de lo complicado que pudiera parecer vivir en la calle, él tiene esperanza que ‘alguien valore su trabajo y lo ayude a salir adelante”.
El guatemalteco es jardinero y tiene amplia experiencia limpiando palmas; además tiene todo su equipo para el trabajo. El inmigrante tiene su casa de campaña en la esquina de la calle Spring y Arcadia, a unos pasos al este de la autopista 101.
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.